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Un vaso de tristeza sobre la barra,
una chica incomprendida apoyada
en los recuerdos de aquella mañana,
cuando consiguió ver lo que tanto añoraba.

Alguien que la entendiera,
que abrazara sus demonios dulces,
que comprendiera que ser distinta estaba bien, y que ella era así.

Pero como lo bueno dura tanto como un copo de nieve en primavera,
decidió emborracharse con recuerdos,
beberse toda la substancia,
y empezar de nuevo,
viendo el recipiente vacío,
porque lo estaba,
ahora no habría ninguna gota
capaz de colmar el vaso.

El copo de nieve se convirtió en agua,
pero el agua bajó por la montaña,
formó parte de un río,
en el que no destacaba,
solo otra gota de agua,
que fluía valle abajo,
caía en la cascada,
a un vacío que solo era el principio.

Evapórate,
vuela,
vuelve a caer,
viaja,
repite,
nada tiene final.

La música demasiado alta,
la cabeza confusa,
sus ojos cansados,
su corazón en llamas,
su alma hecha ceniza,
y un amor mezclado con alcohol,
intentando olvidar,
queriendo recordar,
echando de menos,
necesitando escapar.

VérsameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora