Capítulo II

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Eran las 5 am, me encontraba con los ojos como platos mirando por la ventana. Era un día gris y húmedo, el bosque apenas se veía con toda esa niebla abrazándolo.

  Pasé toda la noche pensando en plantarmele a mi padre y exigirle acompañarlo a su colonia.

  Había ido unas veces hace tiempo, están en la costa con respaldo del bosque, no hacen nada, sólo están ahí, pero había gente y aire, aire libre.

  Me entumecí ante el frío de la ventana y corrí a cubrirme bajo las sábanas de mi enorme cama, en comparación de mi pequeño cuerpo, y repasé una y otra vez las palabras que había preparado decirle a papá.
  Se hicieron las 7 am cuando abrí los ojos para darme cuenta que me había quedado dormida pensando en aquel discurso, era el momento, el momento en el que iba a bajar las escaleras para desayunar con Alex, en el salón de altos techos, alfombras viejas y una gran mesa sólo para dos personas cada mañana, que desperdicio.

  Me comieron los nervios y una absurda cobardía se apoderó de mí. ¿Como iba a reaccionar? ¿Se enojaría?
  Claro que se iba a enojar, me iba a mirar con esos ojos color café y su mirada realmente atemorizante, la única mirada que conozco de él, pero es por mí libertad, ya no soy la niña que era, no va a creer que podría mantenerme encerrada para siempre.

  Me levanté y me vestí, muy apropiadamente, me lavé la cara y respiré profundo. Bajé las escaleras fingiendo una seguridad que no tenía.

  Ahí estaba el, sentado en la punta de la gran mesa, leyendo el periódico con su cara de nada, no había empezado a comer. Me acerqué a él mirándolo fijo, no me senté, esperé impaciente que me mirara pero no lo hizo. Al darse cuenta que no me sentaba a la mesa me preguntó, sin mirarme:

—¿No te vas a sentar?

  El nudo que guardaba en la garganta no me permitió responder, me límite a negar con la cabeza.

  Al fin me miró. Me estudió unos segundos hasta que por fin suspiró y me dijo:

—¿Hay algo que quieras decirme? —Es el momento, escúpelo.

—Yo... yo 

—Sabes cuánto me molestan tus balbuceos Mary, ¿Qué es lo que quieres?

—Salir. Es decir... quiero acompañarte hoy a la colonia, papá.

—¿Acompañarme? Ya hablamos de esto, es peligroso, aquí en el castillo estas bien, no me vengas con estas cosas cuando estoy ocupado, ahora sientate y come. 

—No. No me voy a sentar, ya no soy una niña, —Se desató mi nudo— es injusto, papá. Estoy cansada de estar aquí encerrada, voy a estar bien, prometo no separarme de tu lado, por favor, Alex.

  Parece que la cara de cachorro que había estado practicando funcionó, porque suspiró y asintió.

  Sé que tiene miedo, las cosas últimamente estaban mal, estos lobos estaban creando una rebelión, y se muy bien lo pegada que está la colonia del bosque, sólo quiere protegerme, esperó que sólo sea por esa razón.



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Ojos De Luna [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora