Me quedé toda la tarde de aquel día soleado con Marco. Hablaba demasiado, y parecía simpático. Me caía bien, además de contarme muchas cosas sobre ellos, sobre la mujer que me lastimó la cara, Victoria.
Ella es como la hembra preferida del líder, de Sandokan, la que mejor atiende sus necesidades sexuales, sí, necesidades. Según me contó Marcus su necesidad de sexo era muy fuerte, más fuerte que ellos, una vez que perdían su virginidad a corta edad.
A Sandokan le decían "come flores", se daba el lujo de desvirgar a cada señorita, sin importar su edad. Para ellos desvirgar era cosa para los altos de jerarquía. Su pasatiempo preferido.
Si tanto le gustaba ser el privilegiado ¿Por qué no me tocó? Por más estúpido que suene por un momento me sentí fea, o poco deseable.
Victoria me miraba recelosa, a lo lejos, mientras tocaba descaradamente a Sandokan. Tal vez volvería a vomitar en aquel arbusto.
Llegada la noche Marco terminó de parlotear cuando se acercó el ojos de luna.
—Princesa —me dijo mirando con esa tentadora media sonrisa en su rostro —, es hora de volver.
Me despedí de Marco y lo seguí por el camino de tierra devuelta a la cabaña, con mejor humor al pasar aquella tarde al aire libre con mi ya amigo charlatán.
Me abrió la puerta con una reverencia burlesca. Puse los ojos en blanco y me adentré en la cabaña directo a mi habitación, había luz en el baño, me había preparado la bañera con agua caliente y pétalos de rosa, se alumbraba la habitación con la cantidad de velas prendidas.—¿Te gusta? —preguntó detrás mío.
Me asustó la idea que invadió mi cuerpo y mi mente la primera vez que había pisado esta habitación. Así que esperé quieta como piedra a que todo termine de una vez.
—Que lo disfrutes —me dijo dejándome sola en la cabaña.¿En cuanto me bañe lo hará?
¿En qué barbaridades pensaba?
Ese baño caliente a la luz de las velas me despabiló, además de llenarme de tranquilidad.
Había dejado ropa limpia y nueva en la cama, y qué ropa, unas braguitas diminutas color rojo junto con su brassier de encaje, también una camiseta muy escotada para mí gusto y unos vaqueros blancos desgarrados. Al vestirme me di cuenta que se notaba mi ropa interior rojo fuerte a través de la ropa blanca. Que vergüenza.
Me dediqué a repasar mi situación y analizar mis opciones, eran pocas. No parecían tan malos como me contaron, sí eran unos brutos, pero tenían su forma de vida en grupo, sus creencias, su jerarquía, su historia.
Al fin y al cabo no eran tan distintos a mí, su cárcel era el bosque y la mía el castillo.
Anhelábamos la libertad y el derecho, además de igualdad y justicia. Pelean por una causa justa, pelean por su familia y su raza, por ser reconocidos.
Tal vez por eso empezaron a ser amables conmigo, al ver que Alex no iba a negociar por mí creen que yo voy a ponerme de su lado y responder por ellos. A esa única conclusión logré llegar.
_
Habían pasado dos semanas ya desde mi alojamiento en aquella cabaña llena de telarañas y olor a humedad.
Cada tarde me quedaba con Marco, ya le tenía confianza a si que hablábamos, podía preguntarle por cualquier duda que tenía y el me contestaba amablemente.
Nadie más se me acercaba, mantenían la distancia por decreto del líder, que no quiere decir que ya no me odiaban, la que más me detestaba era la pelirroja, Victoria, ¿Por qué me odiaba tanto?
No dejaba de mirarme mientras toqueteaba y lamía a Sandokan.
La ropa que me daban no me gustaba, era provocativa, no acostumbraba usar eso. Pero mi amigo Marcus me prestaba su abrigo para cubrirme el cuerpo, por mucho calor que haga.
Marco es quien le sigue a Sandokan en la jerarquía, su mano derecha, y al parecer el castaño de ojos verdes, Miqueas, que me apresó el primer día junto con Marco es el mejor amigo, como su hermano, es con el único que ríe y juega, y al único que le comparte sus mujeres, hembras.
ESTÁS LEYENDO
Ojos De Luna [COMPLETA]
Loup-garouUna historia de amor entre una humana (la heredera del reino de Alexander) y el alfa del bosque, Sandokan. Ellos pelearán por el amor y la libertad, pero el Rey no estará feliz. Él no descansará hasta matarlo y salvar a su hija de las garras de la b...