Capítulo 3: Beso

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—A que estás esperando, acuéstate de una vez —me dice Noah algo molesto.

—¡No me pienso acostar contigo así! Ponte algo ya —digo avergonzada y sin mirar.

Encima que tengo que dormir en la misma cama que él tiene la desfachatez de quitarse la ropa y quedarse solo en calzoncillos, este chico está loco y tiene muy poca vergüenza.

—¿Cuál es tu problema? —pregunta Noah—. ¿Por qué no te acuestas de una vez? —Se incorpora de la cama.

—¡¿Que cuál es mi problema?! Estás desnudo, ¿te parece poco problema?, no tienes vergüenza o qué te pasa, Noah, ponte algo, aunque sea un pantalón ¡pero no te quedes solo en ropa interior, hombre!

—Es que yo duermo siempre así, además, no estoy desnudo, Nicole —protesta, levantándose de la cama, yo me doy la vuelta para tenerle en frente.

—Vaya, parece que por fin te has aprendido mi nombre. —Desvío la mirada hacia abajo y rápidamente me giro de nuevo para no mirarlo, más roja no puedo estar—. Qui-quieres hacerme el favor de ponerte algo por favor.

—Bueno, si me lo pides así, haré un esfuerzo, pero solo pantalones cortos.

Se puso los pantalones y se metió de nuevo en la cama.

—¿Vienes ya o qué? —pregunta Noah.

Roja y avergonzada camino muy lentamente y con mucha vergüenza hacia la cama, hasta que me acuesto en ella y me tapo hasta el cuello.

—Bu-buenas noches —digo muerta de vergüenza. Noah se gira hacia mí.

—¿Te puedo preguntar algo?

—Dime —digo sin mirarlo.

—¿Por qué estás tan nerviosa ahora mismo? Yo no te voy a hacer nada, no deberías de estar así.

—No te conozco de nada, es muy normal que este así, no sé si puedes hacerme algo o no, no te conozco.

—Pero ¿qué te piensas que te puedo hacer? —dice levantando las cejas sorprendido.

—Yo-yo que se, supongo que estaré así también porque nun-nunca me he acostado en la misma cama con un chico, o al menos eso recuerdo, sino no me pondría tan nerviosa. —Noah sonríe—. Bueno buenas noches. —Le doy la espalda.

Cerré los ojos y de lo cansada que estaba al poco tiempo me quedé dormida profundamente. A la mañana siguiente desperté por la luz del sol, intenté levantarme, pero no podía, ¿qué pasa? ¿porque no puedo levantarme?

Miré hacia el otro lado y me encontré con la cara de Noah a centímetros de la mía con su brazo rodeando mi cintura, me tiene bien sujeta, no puedo casi moverme. Intento hacer malabares para poder quitar su brazo de mi cintura sin despertarlo, pero es en vano, al final me he rendido.

—Porque no me despiertas de una vez y dejas de hacer payasadas.

Pego un brinco al escuchar su voz.

Estaba despierto el muy... y yo intentando hacer maravillas para quitar su brazo sin despertarle, será...

—Pero serás idiota, haberme dicho que estabas despierto —digo enfadada.

—Es que era más divertido así. —Me guiña un ojo, yo bufo y me levanto de la cama—. ¿Vas a salir con la misma ropa que has dormido y que llevabas puesta ayer?

—¿Qué quieres que haga? No tengo más aquí.

—Ya no te acuerdas de tu ropa o que, te recuerdo que esa ropa es mía, y que la tuya se está secando fuera.

Tú, mi enemigo, mi amor, mi vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora