En medio del caos

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Han pasado tres años desde la muerte de Julie. Lo mismo le ha pasado a varias chicas. Sarah y yo estamos aterradas de que algún día nos pase igual.

Por lo que tengo entendido, si eres una de las más populares, y quedas embarazada, te van a forzar a seguir trabajando, hasta que ya se te nota el vientre hinchado. Luego, sufres el mismo destino que Julie.

-Tres años ya-Dice Sarah mirando por la ventana.

-Sí, y quizá pasemos más aquí-Digo yo. Mouschi sigue aquí, y aunque ya es un poco viejo, lo sigo amando. Ese gato ha estado conmigo desde que mi viaje comenzó.

Las cosas en este lugar funcionan así: las chicas, tenemos que estar listas para empezar a atender clientes a las siete de la noche. Tenemos que estar de vuelta en el lugar a las seis de la mañana. No podemos salir, sólo comemos una vez al día, estámos forzadas a hacer ejercicio, pasan lista todos los días. Si una falta, de encontrarla, se verá forzada a pasar una semana en "el cuarto de reclusión". En mis tres años en este infierno, nunca he ido, pero dicen que quienes van, pasan un tormento terrible.

Llega un momento en el que te acostumbras, ¿sabes? Llega un momento en el que te da lo mismo si tu "cliente" es un hombre apuesto o un hombre horrendo. Simplemente lo haces, en espera de que tus días sean menos cada vez.

Yo, soy de las llamadas populares. Sólo somos tres populares y la recompensa que nuestros captores nos dan por ser de las favoritas, es una cantidad de comida un poco mayor, y dos cobijas más.

Hemos perdido fe incluso en escapar. Sabemos que intentarlo sería un suicidio. Simplemente nos resignamos a esto, y sí, nos arrepentimos de dejar Francia, pero hay un impulso por encontrar a nuestros hermanos, que no podemos ignorar.

-Chicas, tienen libre esta noche-Dice Jonas entrando al cuarto. Todas respiramos aliviadas, y soltamos gritos de alegría.

-Tú no, french blondie-Me dice él-El único cliente de la noche te ha solicitado a ti.

Oficialmente, mi suerte es una basura.

-Ofreció doscientos dólares por ti, así que te vistes, te arreglas y te pones a trabajar-Me dice.

Me dirijo enfurruñada al armario, tomo el primer vestido que me encuentro, y me lo pongo. Me siento frente al espejo y comienzo a arreglarme. Antes, a m{i no me gustaba usar maquillaje. Ahora, diariamente tengo que pintarme la cara. La primera vez que usé maquillaje, Julie me había arreglado, y me costó un poco reconocerme en el espejo. Esa no era yo. Para mi desgracia, me he convertido, de todas maneras, en la chica del espejo.

-Sólo me faltan cinco años para salir de aquí-Digo a Sarah.

Al cumplir veinticinco años, Jonas, una de dos, o te lleva a algún lado donde no puedas denunciar todo lo que te hicieron, o van a asesinarte. No sé cual sea mi opción, pero cualquier cosa será muchísimo mejor que estar encerrada, vendiéndote a los hombres.

-¿Y si te matan? Me dejarías sola Gisèlle-Dice Sarah con un tono relativamente infantil.

-Si me matan, entonces te faltarán tres años para cumplir veinticinco, y nos volveremos a ver-Digo, tan fría como me es posible.

-¿Qué te sucede? Antes no eras así conmigo, Gis-Dice ella, ofendida.

-No puedes esperar que siga viendo la vida de color rosa, y que siga esperando como una idiota el momento en el que Jacques entre por esa puerta, y nos casemos y vivamos en una casita en el campo, y tú y tu hermana sean mis vecinas. ¿Sí te das cuenta de lo que somos? ¿De dónde estamos?

-No te enojes-Dice ella.

-No es que esté enojada. Sólo estoy siendo realista. Eso es algo que tú deberías ser. Deja de portarte como una niña. Tienes diecisiete años.Madura de una buena vez-Digo, y salgo del cuarto.

Bajo las escaleras hacia la recepción, y me encuentro con un hombre de unos cincuenta años. Odio a estos hombres, con toda mi alma.

Cuando todo termina, subo agotada a mi cuarto. Sarah sigue despierta, y mira por la ventana. No puedo evitar sentirme culpable por la manera en que le hablé.

-Hola cariño-Digo yo sonriendo.

-¿Ya me quieres?-Pregunta ella.

-Sabes que siempre te quiero-Digo yo.

-Lo demuestras muy bien-Dice ella. Me acerco y la abrazo.

-Lamento mucho lo de hoy-Digo.

-Está bien. No tienes que disculparte-Dice Sarah sonriendo.

-Es sólo que te quiero demasiado, y siento que dejarte ver las cosas color de rosa, sólo va a emperorarlo todo-Digo yo encendiendo un cigarrillo. Antes no fumaba, pero ahora, con tanto estrés, es mi única manera de calmarme.

-Yo también te quiero mucho-Me dice Sarah sonriéndome.

Me asomo por la ventanita del cuarto. Estoy frente a la costa. El barco de Nicolè está varios metros a la izquierda.

Alguna vez se me ocurrió sacar a Mouschi por la ventana para que le llevara un mensaje de ayuda, pero las probabilidades de que el gato llegara con ella eran muy bajas, y si el gato se iba a otra parte, habría perdido a mi compañero de viaje de por vida.

Una mes después, comienzo a vomitar sin razón en particular.

-Gisèlle, ¿no estarás...?

-¿Embarazada? No creo Sarah. Debe ser el pescado de anoche. Ni el gato se lo quiso comer-Digo yo intentando reponerme.

-Gisèlle, yo no creo que sea el pescado. No has tenido sangrado desde hace semanas-Me dice Sarah. Es cierto.

Me arrodillo junto al inodoro, y comienzo a llorar. No puedo, no debo, estar embarazada. Abrazo mi vientre. Ahora, más que nunca, debo escapar. Mi hijo no puede nacer, crecer o vivir en esta basura. Debo sacarlo de aquí. Debo sacarnos de aquí.

En la noche, comienzo a idear un plan, y comienzo a escribirlo en la colcha de mi cama, con una pluma: cuando un cliente venga, aprovechando que los cuartos están en el piso de abajo, tomar todo su dinero, sobornar a los guardias, correr al barco de Nicolè, y escondernos allí. Luego, avisar a la policía de todo lo que sucede. Parece un plan perfecto.

-Los clientes llegan todos los días. No habrá impedimentos-Dice Sarah.

Entonces entra Jonas al cuarto. Se acerca a mí y me arranca la colcha de la cama. Comienza a leer el plan.

-Alguien me dijo que estás preñada, y que estás planeando escapar-Dice Jonas mientras me toma del tobillo y me tira de la cama. Comienza a golpearme con cuanta fuerza es posible, en el vientre. Me toma del cabello y me arrastra.

-¡Sarah!-Grito yo.

-¡Gisèlle! ¡No!-Exclama ella mientras va detrás de mí. Un guardia la detiene.

Me encierran en una especie de armario, en el que no hay ni tantita luz. Me siento en el suelo, y comienzo a llorar. Sola, de nuevo.

Los días pasan, lentos, colándose entre mis dedos, mientras intento aferrarme a la vida que hace años perdí.

Un día, Jonas me saca. Me lanza al cuarto de chicas, y me dice que me prepare, que mañana volveré a tener clientes.

-¡Gisèlle!-Grita Sarah abrazándome.

-¿Cuántos...días...?

-Estuviste encerrada cinco días.

Sarah me acerca un plato y me ofrece de su ración de comida. Como tan rápido como me es posible. Tengo demasiada hambre.

-Vamos a encontrar la manera de salir de aquí. Lo prometo-Dice Sarah.

Yo uso la poca fe que me queda para creerle.

El Viaje de GisèlleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora