Despertar

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-Gisèlle, despierta cariño-Me dice una voz, Natalie.

Abro los ojos, y le doy cuenta de que estoy en la casa de Irène, en el pueblo. No estoy en un hospital, ni he ido a ningún burdel ni nada. Aliviada, vuelvo a acostarme y cierro los ojos

-Gis, necesito que despiertes. No puedes venir conmigo aún. Tienes que quedarte con Jacques y con tu amiga. Tienes que quedarte-Me dice con algo de urgencia.

Entonces entiendo todo. Miro mi ropa, y uso un camisón de hospital, ensangrentado. Tengo heridas aún en los brazos.

-Quiero ir contigo, Natalie, con Irène, con Jean-Pierre, con mis padres y con mi bebé-Pido a mi amiga.

-Lo siento mucho, cariño, pero tienes algo que hacer en vida-Me dice, y comienza a alejarse de mi.

-¡Nat! ¡No te vayas!-Grito.

Natalie se acerca, me da un beso en la frente, y me dice:

-Cuánto has crecido, querida. Recuerda que te quiero, e Irène igual. Cuando veas a mi familia, diles lo mucho que los amo, y diles que mi mamá, Agnès y yo estamos bien, juntas-Me dice, y se va.

-No, Nat, vuelve. Natalie, ¡Natalie! ¡NATALIE!-Grito levantándome.

-¿Natalie?-Pregunta alguien detrás de las cortinas que rodean mi cama de hospital. Estoy segura de que ha sido Sarah.

-Era mi hermana gemela-Dice otra voz.

¿¡JACQUES!?

Abre la cortina de golpe.

-¡Gisèlle!-Exclama abrazándome. Se pone a llorar como loco, y yo también.

-¿Dónde estabas? ¿Qué te hicieron? ¡Dímelo! No, no me digas. Ay, Gisèlle, ¿por qué te fuiste?-Pregunta en francés.

-Lo siento tanto Jacques-Digo yo entre sollozos.

-Más te vale no volver a hacerme esto, ¿entiendes?-Me pregunta.

-Lo siento Jacques, lo siento de verdad-Le digo.

Nos dimos un abrazo tan fuerte que entre nosotros no había un espacio por el cual pudiera pasar el tiempo. Un abrazo tan largo, como si con él hubiéramos querido reponer los años perdidos.

-¿Cómo llegaste aquí?-Pregunto, cuando por fin nos separamos.

-Fui a casa de Bernard. Me sentía enfermo, y necesitaba su ayuda. Ahí, Angelique, Julien y Valerie me dijeron cosas sobre unos chocolates y que nunca se los llevaste. Hablé con Bernard, me dijo que sabía todo, y me dijo que viniste aquí. Un mes después recibí una carta; mi padre había llegado sano y salvo a América, junto con uno de mis tíos, y quería que Nat, Agnès y yo fuéramos con él. Obviamente llegué yo solo, y le expliqué por qué. Lloramos, nos abrazamos, y él me ayudó a entrar en este hospital. Te busqué en todos lados, todos. Pero nunca pensé que podrías estar en algo tan horrible-Dice Jacques enjugándose las lágrimas.

-Pasé cosas terribles Jacques. Mi bebé...

-No me digas más, amor mío. Pero no te preocupes, yo estoy aquí, y no volveré a irme-Dice él abrazándome.

Unos días después me dan de alta en el hospital. Jacques nos lleva a Sarah y a mí a casa de su padre.

-Así que tú eres la encantadora Gisèlle Cohen-Me dice el amable hombre.

-Mucho gusto, señor Winskel-Digo yo estrechando su mano.

Cenamos en su casa, Sarah cuenta su historia, y el padre de Jacques cuenta la suya: él y su hermano fueron enviados directamente a Auschwitz, lograron sobrevivir a las cámaras de gas, y un buen hombre, un soldado, les dejó escapar del campo.

-¿Y tú Gisèlle? ¿Cuál es tu historia?

Cuento todo, desde la despensa, hasta cuando intenté suicidarme.

-Cuando despertaste gritabas en nombre de Natalie. ¿Qué pasó?-Pregunta Jacques.

-Sentí que todo se había tornado negro. Me sentí muy mal, y cuando abrí los ojos me vi en el cuarto que compartíamos en casa de Irène. Natalie me había dicho algo sobre que tenía que quedarme, que había algo que yo tenía que hacer aquí. Me dijo que había crecido, y me pidió, que le dijera a su familia, que ella, su madre y Agnès están bien, que están juntas, y los aman-Digo.

Se hizo un silencio sepulcral, pero no me arrepentí de mis palabras. Mi amiga me había pedido ese favor, y si ella me había ayudado a volver, yo iba a regresarle el favor.

El padre de Jacques me toma la mano y me dice:

-Muchas gracias, Gisèlle. Acabas de quitarme un peso de encima-Me dice con lágrimas en los ojos.

Cuando me pongo lo suficientemente fuerte, le pido a Jacques que me acompañe al barco de Nicolè. Ella está ahí.

-¡Gisèlle! ¡Cariño! ¿Cómo te ha ido? ¿Cómo está Sarah? ¿Cómo está tu gatito?-Pregunta.

-Estoy muy bien, Sarah igual, y Mouschi, está viejito, pero sigue aquí-Digo.

-¿Vienes por tus joyas? No te preocupes, querida, todo está intacto-Dice. Entra al barco y sale con la bolsa con mis joyas.

-Toma querida. Aquí tienes-Me dice, y la abrazo.

Vuelvo a la casa, y me encuentro con que Sarah está con una mujer de unos treinta años. Debe ser su hermana mayor.

-¡Gisèlle! ¡Ella es Jacqueline! Mi hermana-Dice Sarah con una sonrisa en la cara.

Miro a mi amiga con su hermana,  y siento los brazos de Jacques sobre mis hombros. Creo que mi misión al fin ha terminado.

Salgo de la casa, miro al cielo y veo tres estrellas juntas.

-Gracias, mamá, papá y Jean. Por lo que me dieron antes de la guerra, y por la esperanza de encontrarlos, que me mantuvo viva. Creo que al fin terminé mi misión-Digo al cielo, y las tres estrellas parecen parpadear.

El Viaje de GisèlleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora