Llegando a América

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Durante el camino, Sarah y yo nos volvemos muy buenas amigas. Yo le cuento mis planes de abrir un consultorio, ella me dice que quiere trabajar conmigo...

Nicolè baja seguido a la bodega. Ella nos cuenta su vida; tiene dos hijos, un niño y una niña. Su esposo es pescador, viven en la playa, y ella tiene treinta y seis años.

-Cuando lleguen, espero que consigan un gran trabajo, que se casen con un hombre maravilloso, y que encuentren lo que en Francia no encontraron-Nos repite.

La verdad, me he encariñado con Sarah, y hemos decidido seguir juntas.

No pasamos frío en la bodega, y yo me entretengo haciendo algo que Sarah me ha recomendado hacer: escribir mi vida. Lleno página tras página de mis sentimientos, pensamientos, y vivencias. Mi idea es que, algún día, dársela a leer a mi marido.

De nuevo, Jacques viene a mi mente. Su rostro sereno llega a mi mente como un golpe. Sigo temiendo que decida suicidarse.

Mouschi se ha acomodado a la perfección en el barco. Le he acomodado una cajita.

Miro todos los días por la ventana. Muy rara vez vemos otro barco, o tierra. Sólo la inmensidad del mar. Tan grande como el vacío que siento ahora que me he alejado del único chico que he amado.

-Gisèlle, debes dejarlo ir. No puedes vivir toda tu vida atormentada por él-Dice Sarah.

-¿Cómo sabes que estoy pensando en Jacques?-Pregunto.

-Fácil. Lo amas, estás lejos de él, y con la posibilidad de no verlo nunca más. Es obvio que piensas en él-Dice Sarah con una sonrisa.

Nicolè baja con nosotras y nos dice:

-Chicas, estamos como a dos días de llegar. Estén listas-Nos dice.

Y entonces el día llega. Nicolè nos entrega un poco de comida.

-Buena suerte niñas. Si necesitan regresar, o lo que sea, no duden en venir aquí. Estoy aquí los días primero y último de cada mes-Dice Nicolè con una sonrisa.

Nos despedimos, pero antes de partir, la llamo.

-Nicolè, toma-Le digo, entregándole todas y cada una de las joyas que tengo.

-Pero, Gisèlle....

-Cuídame esto, por favor. Una vez que esté asentada en algún sitio, vendré por ellas, ¿sí?

-Tranquila niña. Yo cuidaré esto, y te prometo que no voy a tocar nada-Dice ella.

Sarah y yo nos ponemos a caminar por el muelle, en busca de algún lugar para quedarnos.

-¿Sabes hablar inglés?-Pregunta Sarah.

-Sí, Irène solía enseñarnos inglés, y alemán-Digo yo.

-Genial, porque yo no sé nada de inglés-Me dice ella con una sonrisa. Yo me río.

En eso, se nos acerca una chica, de unos veinte años.

-¡Hola! Soy Mary. Son forasteras, ¿cierto?-Pregunta ella.

-Sí, somos de Francia-Digo yo en inglés-Yo soy Gisèlle, y ella es Sarah, mi hermana menor-Digo. Otra vez, haciendo pasar a gente conocida por mis hermanos.

-¿Y sus padres?-Pregunta ella.

-Murieron-Dice Sarah, en francés.

-Murieron-Digo yo, pero en inglés.

-Qué triste. Si quieren pueden vivir en mi casa. Es una especie de internado. Pueden vivir ahí, si eso quieren-Dice Mary.

-Dice que podemos vivir en su internado-Digo yo a Sarah.

El Viaje de GisèlleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora