Capítulo 4

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- ¡Eres un asqueroso James! - grité riendo y él me miró inocentemente.

- No hice nada, solo seguir las normas del juego - me guiñó un ojo y yo me abalancé encima de él.

- ¡Vas a ver! - lo tumbé en el sofá y me coloqué encima inmovilizandolo, cogí la taza y sonreí empezando a inclinar el recipiente en su cara.

- ¡No Diana! Por favor no hagas nada, ¡déjalo donde estaba! - decía James asustado y yo empecé a reír negando.

- Me voy a vengar, guapo.

- No me has dejado ninguna otra opción que jugar sucio, nena - no tenía ni idea de lo que se refería hasta que me cogió por los muslos, prácticamente cogiendome del culo. Me tumbó encima de su pecho, me puse tan nerviosa al encontrarme en esta delicada situación con él; que se me cayó la taza en el suelo dejándolo todo perdido.

Mi respiración se empezó a acelerar y cada vez estábamos más cerca. Sus ojos verdes estaban clavados en los míos y sonrió, con esa sonrisa que provocaba mil de mariposas en mi estómago. Me acerqué aún más, rocé nuestras narices, estaba a punto de besarlo pero él me paró.

- ¿Estás segura? - "¿perdón?, ¿estaba de coña no?" sólo era un inofensivo beso y él me había rechazado. Que maldita vergüenza estaba pasando. Me separé completamente de James, roja cual tomate.

- Perdona, yo ya me voy - dije levantándome y las lágrimas se empezaban a acumular en mis ojos. Caminé decidida hacia la puerta, sin embargo algo no me dejó avanzar y sin darme tiempo a reaccionar, James me besó apasionadamente.

Dejé que sus labios masajearan los míos y enredé mis manos en su pelo, a la vez que el me cogía de la cintura acercándome a la suya. Noté su fría lengua en mi labio inferior y entreabrí la boca, cosa que hizo que la recorriera en busca de mi lengua. Cuando ambas se encontraron empezamos una batalla, le tiré suavemente del pelo, a la vez que el bajaba las manos a mi culo acariciándolo.

Nos separamos cuando no quedaba más aire y le miré sonriendo. Tenía los labios rojos e hinchados, estaba jadeando y quería más. Estaba muy sexi.

- Me encantas, preciosa - sonrió y me acarició la mejilla.

- Y tú a mí, James - le sonreí, acariciando su pelo.

Pasamos unos segundos más en silencio mirándonos y me sonrojé, quise separarme porque empezaba a sentir vergüenza, pero me dí cuenta que sus manos seguían en mi trasero, cosa que hizo que me sonrojara más y bajara la mirada a nuestros pies.

Me cogió del mentón, levantándome la cabeza y me obligó a mirarlo.

- No tengas vergüenza, eres maravillosa - susurró antes de volver a besarme pero, a diferencia de antes, era un beso dulce. Subió sus manos a mi cintura dándome dulces besos alrededor de los labios; en la nariz, la mejilla, la frente, para luego volverme a besar. Nuestras bocas se movían en sintonía, parecía que estuvieran hechas la una para la otra.

Volvimos a separarnos y sonreí muchísimo, le limpié un poco de chocolate que le había quedado en la mejilla, y él se pasó las manos por el pelo, sonriendome.

- ¿Seguimos comiendo? - sugerí a lo que James asintió, nos sentamos en el sofá y seguimos desayunando.

Acabamos de pasar la mañana comiendo, le ayudé a lavar los platos y a limpiar el desastre que le había montado en el suelo. Deseaba poder quedarme más tiempo con James, me encantaba pasar el rato juntos, pero tenía cosas que hacer y un trabajo que buscar. Así que antes de la hora de comer, decidí despedirme y marchar antes de que quedar para comer, sin embargo sí volvería a verlo en lo que quedaba de día.

- Bueno James, encantada de haber... desayunado contigo - sonreí andando dirección a la puerta de su apartamento.

- El placer ha sido mío, Diana - dijo relamiéndose los labios, sabía que estaba pensando en nuestro beso.

- Nos vemos, pronto espero.

- Eso te quería comentar yo... Había pensado en hacer una fiesta de bienvenida, así aprovecho y te presento a mis amigos, y tú conoces a gente de por aquí. ¿Te apetece? - preguntó mordiéndose el labio, miró al suelo y luego a mí. Asentí.

- Me parece genial - tenía muchas ganas de fiesta, la verdad- ¿vengo a las diez?

- Claro, a las diez nos vemos preciosa - sonrió.

Lo miré y dudé en que hacer, ¿lo besaba? No, mejor no, no se fuera a asustar. Pero James, respondiendo a mis pensamientos, como hacía habitualmente, me besó. Y así me fui a casa mucho más feliz de lo que he sido estos últimos meses.

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Perdonad por este capítulo tan corto, pero no tengo tiempo con el Bachiller. Para el próximo capítulo 3 votos/ 1 voto y 1  comentario.

PD: si llega a los 10 votos y dos comentarios en 24h, maratón de 5 capítulos en un día.

Besos y gracias por leerme.


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