cuatro

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Puse la clave secreta de mi casillero para abrirlo y meter el absurdo libro de Química.

—Eres buena en eso, deberías ayudarme a estudiar para el parcial — su voz provenía de atrás de la puerta del casillero.

—Jamás Navarro — lo miré con repudio.

—Sólo dime Alan — habló de mala gana. —Necesito pasar mínimo con seis y soy pésimo en química — bufó.

—Ese no es mi problema — jalé una libreta del interior y a su paso cayó una hoja color rosa que no había visto antes.

—Ten — Alan me la entregó.

—Qué amable — dije con ironía a la vez cerrando el casillero. Tomé la hoja.

—No sé por qué me odias tanto — se cruzó de brazos.

—Y yo no sé por qué sigo aquí escuchándote — me alejé.

La hoja tenía un olor a perfume masculino, delicioso.

Era una carta de un admirador secreto...

El Casillero | Alan NavarroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora