TRES

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—¿Sabes algo de Luke? —le pregunté a Michael cuando me sentaba a su lado en el sofá de la sala de estar de mi departamento.

—¿Acaso no han hablado para arreglar todo? —inquirió éste, enarcando una ceja.

Solté un bufido. —No contesta mis llamadas, no responde ni lee los mensajes que le mando, ni siquiera va a sus lugares favoritos. Y después ustedes dicen que nosotras somos las complicadas—exclamé, exasperada.

Rió mientras que despeinaba mi cabello. —Tienes que entenderlo, está heridos y dolido por tu rechazo.

—¿Qué hubieras hecho en mi lugar? —preferí preguntarle en vez de responder a su comentario.

—A mí no me metas en tus problemas amorosos—respondió, levantándose del sofá y yendo a hacia la cocina.

Solté un suspiro y apoyé la cabeza en el borde del sofá.

—Se supone que el chico es quien tiene que llamar a la chica y pedirle perdón y viven felices para siempre—me quejé.

—Esto no es una película de Disney, cariño. Es la vida real y es una puta—gritó desde la cocina; por el tono bajo de su voz, podía adivinar que estaba revisando las encimeras por algo de comer.

Me levanté y fui hacia mi cuarto, para agarrar una chaqueta y mi teléfono.

—No prendas fuego mi casa, Clifford. Voy a salir—me detuve en el umbral de la puerta de la cocina.

—Tranquila, ve a recuperar a tu príncipe de ropa negra—rió ante su propio chiste; me alejé negando con la cabeza.

Salí de mi edificio y empecé a caminar por la calle, en dirección a su casa; en todo el camino no pude evitar recordar aquel momento en dónde todo se fue a la mierda.

Estaba tan metida en mí misma que no noté que ya había llegado a su casa; me detuve súbitamente.

Luke se encontraba en el porche de su casa, observando a una chica bajar de un auto. Se acercó, sonriente.

Pude escuchar su nombre dicho por Luke antes de que esa tipa pusiera sus labios sobre los de él.

—Arzaylea.


Everything he needs; lrhDonde viven las historias. Descúbrelo ahora