CINCO

728 87 9
                                    

Sus manos recorrían todo mi cuerpo, levantando el borde del vestido; su cuerpo se hallaba sobre el mío, reclinado sobre el asiento del copiloto de su auto.

—No, Andrew—logré decir cuando sus labios se separaron de mi boca; apoyé mis manos sobre sus hombros, con la intención de apartarlo de mí.

—Amo cuando ponen resistencia—empezó a besar mi cuello.

Mi pulso martilleaba, acelerado; esto no estaba planeado que ocurriera esta noche, se suponía que me tenía que llevar hasta mi departamento.

Volví a empujar su cuerpo fuera de mí, pero no había caso.

—¿Acaso no me deseas, nena? —susurró en mi oído, mordiendo el lóbulo de ésta; una sensación de repulsión se instaló en mi al escuchar ese apodo saliendo por entre sus labios.

Aparté el rostro cuando intentó volver a besar mis labios; él rió antes de tomar mi rostro con una mano y obligarme a verlo.

—No te resistas—susurró antes de atrapar mis labios con los suyos.

Me removí en el lugar, provocando que él afirmara aún más su agarre en mí: una mano se posicionó detrás, en mi nunca, y la otra subía por mi pierna.

De tener a Andrew reclinado sobre mí, con todo su peso sobre mi cuerpo, paso a estar libre, sin nadie sobre mí.

Giré mi rostro hacia la puerta abierta del copiloto al escuchar un gemido de dolor proveniente desde afuera. Abrí la puerta rápidamente y salí del auto.

—Nunca más la vuelvas a tocar—gruñó Luke, con su vista clavada en Andrew quien se encontraba en el suelo, con sangre escurriéndose de su boca.

Éste escupió sangre que le impedía hablar. —No eres quién para decirme que hacer con ella.

Eso pareció enfurecer aún más a Luke, porque lo tomó por el borde de la camiseta y lo estampó contra el muro de ladrillos.

—No puedo ser nadie para ella—siseó, a pocos centímetros de su rostro—, pero ella te dijo que pararas.

—Todas son iguales al principio: oponen resistencia pero después gritan por más.

Volvió a estampar su puño contra el rostro de Andrew y otra vez; con cada golpe un gruñido salía de su boca, bajo.

Salí de mi estado de shock cuando Luke soltó a Andrew y se alejó de él, haciendo que se deslizara por la pared hasta llegar al suelo.

Rodeé el auto hasta llegar hasta su altura; cuando iba a hablar, sus brazos me rodearon y me atrajeron contra su pecho, en un fuerte abrazo.

—Dime que estás bien, que no te hizo nada—murmuraba desesperado, con su rostro hundido en mi cuello.

—Es-estoy bien—logré responder; su cuerpo temblaba y no sabía cuál era la causa.

Se alejó de mí lo suficiente para tomar mi mano en la suya y jalarme hasta su auto, a unos pocos metros. —Ven, vámonos.

No repliqué, porque aún notaba que seguía enojado.

Giré mi cabeza por sobre mi hombro para observar a Andrew, quien se estaba incorporando lentamente; no pude seguir viendo más porque Luke posó una mano sobre la parte baja de mi espalda, indicándome que me tenía que sentar en el asiento de su auto.

Rodeó su auto rápidamente y entró en éste; a los pocos segundos ya estaba en marcha y nos internábamos en la oscuridad de la noche.

—¿Cómo sabías dónde estábamos? —pregunté, con la vista clavada en la calle, iluminado únicamente por los farros del auto.

—Los seguí a los dos.

Giré mi rostro y observé su perfil. —¿Por qué?

Noté cómo sus nudillos se ponían blancos. —Conozco a los tipos como él: dulces, amables al principio, y después...—se detuvo, y luego suspiró; aminoró la velocidad y detuvo el auto—. ¿Seguro que no te hizo nada? Porque juro que vuelvo y lo mato.

Posé una de mis manos en su rostro, y lo obligué a que me mirara. —Estoy bien, no me hizo nada. Y gracias.

Cerró sus ojos e hizo presión con su rostro sobre mi mano.

—Querías hechos y no palabras, acá tienes uno—murmuró, apretando el volante con fuerza.

—Luke, yo...

—No, escúchame—me interrumpió, clavando sus ojos en los míos; la intensidad de aquella mirada y los sentimientos que transmitía me sorprendió: nunca lo había visto tan vulnerable, tan abierto—. No importó el tiempo que pasó, ni que estuviéramos separados ni que estuviéramos con otras personas, nunca logré sacarte de mi cabeza. Me volvía loco; había días que juraba escuchar tu voz hablándome, parecía tan real—soltó el volante y tomó mi rostro entre sus manos—. Necesito estar a tu lado, porque tú eres mi ancla a tierra; sin ti estoy perdido.

Podía sentir las lágrimas acumularse en mis ojos.

—Luke...

—Sólo perdóname por todo lo que he hecho—susurró, rozando nuestros labios en apenas un suave beso.




Quiero uno para llevar, por favor


Everything he needs; lrhDonde viven las historias. Descúbrelo ahora