CAPITULO 4 "Buenas noticias"

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Ya por fin habían llegado a España. Pero Alex seguía preocupado por cómo le diría a Eva lo que paso en Las Vegas.

-Ella lo vah ah entender Aleh-con seriedad asintió a lo que dijo Mangel para luego seguir mirando por la ventana del taxi.

Había llegado el momento y ahora se encuentra en frente de la puerta del departamento con la maleta al lado y sin atreverse a entrar.

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Samuel ya había llegado hace algunas horas, pues su jet privado lo trajo en tan solo tres horas. Ahora solo tenía en mente su primer día de trabajo como un completo profesional en su oficio, cardiólogo. Pero por más que lo intentara el recuerdo de Alejandro asaltaba en su mente un cada dos por tres.

-¿Como hare para olvidarte?-en un susurro pregunto al aire mientras elegía el traje para mañana.

_*_

Mientras en otra parte de la ciudad de Madrid se encontraba el dueño de los pensamientos del joven doctor. A decir de verdad ambos lo estaban pasando mal a su propio modo.

Por su parte Alejandro miraba sorprendido a Eva, mientras llevaba su mano a su propia mejilla donde el golpe se empezaba a notar.

-¡Cómo pudiste Alex!-grito su "novia", y es que aun dudaba llamarla así. Lo próximo que escucho por parte de ella fue el portazo desde su habitación.

Jamás pensó que ella reaccionaria de esa manera, él pensó que lo comprendería y lo acompañaría como aquella vez. Pero no, Eva reaccionó totalmente diferente, estaba furiosa y se sentía completamente engañada por Alejandro.

Con tristeza en su semblante se sentó en el sillón para luego acariciar a Max que lo miraba con sus ojitos achocolatados.

Max era un bóxer de unos siete años, su pelo es marrón claro y parte del pecho y las patas tiene el pelaje blanco. El can llego a su vida hace ya siete años atrás cuando pido a su madre de regalo un perro, pero jamás pensó que su mascota lo acompañaría en todo.

Sin darse cuenta se había quedado completamente dormido junto a Max que dormía en sus piernas pero la voz de Eva lo hizo despertarse dé repente.

-Eva-dijo sorprendido de verla parada en frente suyo.

-Quiero que te vayas.

Aquello no había sido una súplica, ni siquiera una sugerencia, ella lo estaba echando de la casa.

-¿P-porque?-con un hilo de voz logro formular la pregunta.

-Alex no podemos seguir con esto. Yo te apoye todo este tiempo, incluso cuando Gui-

-¡No digas su nombre por favor!-interrumpió mirándola con tristeza.

-Bueno, no lo digo. Lo que quiero decir es que, yo no soy la persona correcta para ti.

Aquellas simples palabras lo habían destrozado una vez más. Esto era justamente lo que quería evitar que pasara.

-Alex vete de aquí, por favor-esta vez la peliteñida le suplico mientras le extendía una maleta llena de su ropa que había en el ropero.

Respiro hondo conteniendo las lagrimas mientras tomaba la maleta y luego iba a la cocina a buscar la corea y algunas cosas de Max. Ya con todo listo la miro una vez más, sentada en el sillón y sin atreverse a verlo siquiera dejo que se fuera.

Una vez la puerta se cerró se permitió llorar todo ese amor que le tenía y que jamás seria de la misma medida a como él la amaba.

Desde el otro lado de la puerta, el pelinegro se encontraba destrozado ya sin hogar ni novia no sabía qué hacer, para su suerte aun tenía a su fiel amigo compañandolo en las buenas y en las malas como siempre lo hizo.

-Vámonos Max-dijo tirando de la correa para irse a quien sabe dónde.

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Miro con una sonrisa a su alrededor, el escritorio, la silla acolchonada negra de cuero, un archivador futuramente lleno de carpetas sobre sus pacientes, y colgada en un perchero se encontraba su bata con su nombre en una gaveta. Por fin se encontraba en su oficina, su propia oficina.

-¿Y?¿Que te parece?-la pregunta de su mentor sobraba.

-¿Qué me parece?-pregunto irónico-¡esta perfecta!

-Bueno, es toda tuya. Disfrútala- tras lo dicho el hombre de unos 50 años se marcho dejando a su aprendiz solo en su nueva sala de trabajo.

Con lentitud Samuel se acerco a su bata y la tomo para luego colocársela con satisfacción.

-Por fin-murmuro sonriente.

Ahora le tocaba cumplir esa promesa, así que tomo asiento en su silla y con la sonrisa aun en su rostro tomo el teléfono de la mesa y llamo a una persona. "Ella" sería su primera paciente.

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-¡¿Cómo que no me puedo quedar con ustedes?!-Alex miro molesto, no furioso a sus "amigos".

-Loh siento Aleh, pero no hay espacio y tu perro vah asustar a los gatos.

Aquellas escusas le parecieron tan ridículas al pelinegro, pero eran sus palabras contra las de él.

-¿Y ahora qué hago? Eva ya me hecho de la casa y ustedes no me dejan dormir aquí.

-Ve con tu esposo-aquella respuesta de parte de Rubén dio en el clavo, claro tenia a Samuel.

-No puedo-dijo frunciendo el seño.

-¿Cómo que no puedes?-el rubio se acerco a su amigo que aun seguía en la puerta de la entrada junto a su fiel perro.

-Es que tire la tarjeta en donde estaba su número-respondió con vergüenza.

-¡Ahhh! Por eso no hay problema, se lo pido a Luzu y listo-dijo sonriente.

-¿Quién es Luzu?

-Es tu otro padrino de bodas-dijo sonriente mientras toma el teléfono y lo llamaba.

Por supuesto el castaño no demoro en atender, pues no estaba haciendo nada más que jugar con sus "hijos". Con tranquilidad y una sonrisa le paso la dirección de su amigo a Rubén quien la anoto.

-Aquí esta-dijo extendiendo el papel escrito-pero ahora no está, Luzu dice que se encuentra trabajando. Pero igual puedes ir, él ya hablo con los de seguridad para que te dejen esperarlo aunque sea en la puerta de su departamento.

Aquella explicación tan larga parecía casi planeada, pero aun así Alex no le quiso dar importancia, así que tomo el papel y se fue sin decir adiós.

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El día había sido agotador pero aun así Samuel estaba contento y es que por fin estaba logrando cumplir la promesa que hizo hace algunos años a un viejo amigo.

Apenas llego a su edificio aparco el auto en el estacionamiento y tomo el ascensor directo al séptimo piso en donde se encontraba su departamento. Ya en el ascensor no dejaba de pensar en Alejandro y es que desde que se despidieron en el aeropuerto de Las Vegas no dio señales de vida y eso prácticamente le comía la cabeza por saber algo del de menor estatura.

-Son buenas noticias sino recibes noticias-se dijo a sí mismo con una sonrisa nerviosa mientras las puertas del elevador se abrían ya en su piso.

Con tranquilidad tomo las llaves de su bolsillo mientras caminaba hacia el departamento numero tres. Pero jamás creyó que lo que estaba viendo en esos momentos se haría realidad, ni siquiera en sus mas lindos sueños, y es que jamás espero que el mismo Alex lo esperara sentado en el piso enfrente de su puerta junto con unas maletas y un perro que apoyaba la cabeza en el regazo. Ahí estaba él esperándolo.

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Hola a todas!! Aquí esta el nuevo capítulo!!^^

Un saludo y feliz lunes!


Lo que pasa en Las Vegas ¿se queda en Las Vegas? (EN CORRECCIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora