Después de despedirme de Natalie, me fui a dormir.
Se fue ya tarde, no quise cenar ni tampoco revisar el celular para evitar dormirme más tarde.
Vuelve a mí la extraña costumbre de siempre, soñar con Taylor:
Estoy en mi habitación, acostado, alguien está tocando la puerta, es Taylor, con su mismo vestido blanco y zapatos rojos.
"Pasa, Alexander está en su cuarto." Se escucha a mi mamá decirle eso. "No hagas mucho ruido."
Gira la perilla, entra. Su cara me dice que algo no anda bien. Esta molesta, deprimida, sufre de impotencia.
-Espero y estés feliz.-
-¿Por qué lo dices?-
-Me prometiste que siempre estaríamos juntos y no lo cumpliste.-
-Tú fuiste la que me dejó primero.-
-Alexander, ¡Tuve un accidente! ¿Cómo querías que...?-
-Tuviste un accidente y a pesar de que sabía que no seguirías conmigo, me quedé hasta el último instante, viéndote cómo te me ibas de las manos.-
-¿Ah sí? Pues no lo noté. Yo no sé cuándo vaya a llegar el momento pero si sé que te llevaré conmigo, tarde o temprano, quizás en algunos meses o días, logre traerte aquí.-
Ante tanta confusión, desperté. Entré en pánico, mi respiración es acelerada, estoy sudando un poco, ni siquiera el refresco de cola logra refrescarme. Mamá cree que tuve una pesadilla, no sé si deba llamarla pesadilla. Aún no se calma mi corazón, sigue latiendo muy rápido, ¿Taylor me llevará con ella? ¿A dónde? ¿Querrá que muera?
Sigo sin entender.
Un mensaje de buenos días de Natalie me tranquiliza.
Anteriormente me había dicho que se iría de viaje y mañana, será el día en que se vaya, dos largas semanas sin verla. También se irá mi hermana de regreso a su casa. Quizás evité el divorcio de mis padres, con un golpe que me acercó a la muerte. Ellos saben que hoy más que nunca deben de cuidarme, cosa que no podrán hacer separados.
Probablemente arruiné sus vidas. Subconscientemente estoy obligando a mi madre a estar junto a alguien con quien no quiere estar. Sé que no es del todo mi culpa, pero yo no quisiera estar obligado a pasar el resto de mi adolescencia con solo uno de mis padres. Todos salimos perdiendo.
Tomo mis medicamentos uno por uno, son muchos. Si quiero mejorar tengo que seguir las recomendaciones del doctor. Me cuesta trabajo pasarlos a través de mi garganta. Después, arreglo un poco mi cabello y subo al automóvil. Iremos al aeropuerto a despedirnos de mi hermana. A veces la odio, es la causante de que quizás varios de mis problemas, no se los diga a mi mamá, por miedo a que le hable de ellos a ella y comiencen a hablar de más.
El vuelo es en la noche, Natalie se irá en la madrugada, probablemente esta noche yo no pueda dormir así que me quedaré despierto hasta que ella se vaya.
En punto de las nueve de la noche, se va la persona a la que le llamo "hermana" solo por cuestiones de sangre. Lo mismo pasa con mi hermano.
Desde que yo estaba chico, solíamos hablar mucho, nuestra actividad favorita era jugar fútbol en frente de la casa, una o dos horas diarias, no importaba, yo jugaba a que era Sebastián Abreu, Zidane o Raúl y mi hermano era Ronaldinho, Figo o Kaká. Por lo regular yo salía lastimado, la fuerza de un niño de nueve años no se comparaba a la de uno de quince. Golpes en el estómago, en la cara o patadas a los tobillos le ponían fin a nuestros partidos. En una ocasión, un balonazo que dio directamente en mi mano terminó por fracturarme la muñeca, yo quise esconderme de mis padres para que no vieran que estaba llorando y así no lo regañaran, pero el dolor era muy fuerte, por lo que mi hermano dijo que le dijera a mi mamá. No me llevaron al hospital hasta en la noche, ya que tenía una inflamación muy grande. Fue una larga noche en el hospital, terminé con todo el brazo enyesado.
La escena de la última vez que jugamos aún la recuerdo perfectamente. Todo iba tan normal.
Empezamos a jugar alrededor de las tres de la tarde, entre 4:30 y 5:00 solíamos irnos a jugar a un parque con otras personas. Se acercaba el momento de irnos al parque y él me dijo que fuera a ver quién estaba. Fui y regresé, cinco minutos después me dijo que hiciera lo mismo y lo hice. Unos minutos más tarde, volvió a repetirme la misma orden, esta vez le dije que no iría, que fuera él, entramos en una pequeña discusión donde cada vez se enojaba más, aventó el balón hacia arriba, no había ni tocado el suelo cuando le pegó una patada. Direccionó la pelota directo a mí, justo en la boca del estómago, ahí, ahí se estrelló toda la fuerza contenida en él. Por obvias razones, me dejó sin aire. Me tiré al suelo, después me levanté queriendo ir hacia mi cuarto pero el dolor era tan grande que mejor me quedé en la sala, mi mamá salió y preocupada preguntó que sí que tenía, yo le respondí con lo que pasó.
En la noche, mis padres regañaron a mi hermano.
Quizás él se enojó de tanto regaño y decidió de olvidar todo tipo de comunicación tenía conmigo. Es algo difícil de entender y solo él lo sabe. Ahora solo somos dos extraños viviendo en la misma casa, sin comunicación, sin dormir en el mismo cuarto, sin vernos.
En fin, solo es una piedra en el pasado que me dio fuertemente en la cabeza y en el pecho. Veía a mis hermanos como grandes personas pero con sus acciones me hicieron tener una perspectiva diferente de ellos, queriéndome alejar de ellos.
De vuelta a casa, hablo con Natalie, cada vez nos asociamos más. El problema de la falta de comunicación y poco entendimiento se está quedando atrás, ahora hay más cariño, más celos y sobre todo, más muestras de que en realidad nos queremos...
-Estoy triste.-
-¿Por qué? ¿Qué pasa?-
-Estaremos mucho tiempo sin vernos.-
-Eso lo sé...-
-Te extrañaré mucho, no quiero que me olvides, por favor.-
-Será poco el tiempo que no estés aquí pero para nosotros será mucho. Estar a cientos de kilómetros de distancia no nos va a impedir ser felices, te quiero, de verdad. Y no por eso cambiaré mi opinión respecto a quién es la mujer más hermosa.-
-¿Y si encuentras a alguien más?-
-Le hablaré de ti.-
Me encantan este tipo de pláticas nocturnas. Sacan lo mejor de mí. Lo que realmente siento y quiero decir. Ella es mi insomnio favorito.
Cuatro y treinta de la mañana, ya es un poco tarde y justo la hora en que ella se irá.
-Cariño, tengo que irme, espero que te sigas recuperando de tu golpe. Te hablo cuando llegue.-
-Está bien, descansa durante su trayecto. Espero que todo salga perfecto, no quiero que mires a nadie más.
-¿Me tapo los ojos?-
-Sí, mejor.-
-No seas dramático.-
-Sabes que no lo digo enserio.-
-¿Entonces?-
-23.-
-¿23? ¿Por qué 23?-
-Fue el día en el que comenzaste a hacerme la persona más feliz del mundo. 23. Recuerdo ese día y automáticamente todo se soluciona.-
-Nunca lo olvidaré, 23.-
Todo está a la perfección.
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Volver a comenzar. EMPH p.II
Teen FictionSegunda parte de Entre mi propio huracán. ¿Imaginas querer mucho a una persona y que la muerte te la arrebate? ¿Cómo podrías sobrevivir a eso? La respuesta: buscando a otra persona por la cual sentir lo mismo. Esto no es fácil. Alexander, intenta l...