Capítulo 13

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Las cosas cada vez empeoran más pero siempre hay que verle el lado bueno a la vida, como todo un tonto optimista escondido en un pesimista.

Natalie me emociona con cada uno de sus mensajes. Esta vez me dice que llegará en un par de horas. Estoy ansioso por verla. Los nervios que provoca ver a alguien que de verdad quieres, desaparecen toda la melancolía.

En la tarde, iré a su casa. Será la primera vez que vaya y de verdad quisiera conocer a su familia. Conocer a las personas que la vieron crecer y la cuidaron por tanto tiempo, esta vez me toca cuidarla a mí.

Pido permiso a mis padres que después de una serie de preguntas aceptan dejarme ir.

El único problema es que no sé dónde vive. Mi papá supongo que sabe, no me ha preguntado nada acerca de la dirección de Natalie. Después de varios minutos conduciendo aparece la confusión, no sabemos dónde estamos por lo que prendo el GPS. Hace un kilómetro debimos de haber dado vuelta a la izquierda. Diez minutos después por fin llegamos. Llamo a Natalie para asegurarme de que ésta sea su casa y lo es. Bajo del automóvil, camino hacia su casa y sale con unos jeans y una blusa, que junto a su sonrisa, combinan a la perfección. Todo lo que quiero y necesito está en ella.

Su estatura, ideal a la mía para protegerla en un abrazo cálido y cariñoso. Sus ojos, sus labios, sus mejillas, todo en conjunto forman una cara de ángel. Cada palabra que me dice es lo que siempre había querido escuchar pero nunca me lo habían dicho. Con tan solo un gesto puede esclarecer toda la amargura y maldad que hay en mí y que no me deja aceptar el hecho de que exista alguien que provoque tantas cosas en mí, así como yo en ella.

Cualquier rasgo físico y mental de ella logran enamorarme aún más y pensar en mi octava maravilla.

Da un pequeño saludo a mi padre que tan solo pregunta cómo salir de aquí y en cuestión de segundos, se va.

Entramos a su casa, espero saludar a su mamá y su hermana, ambas se están arreglando. En un descuido, Natalie se acerca sigilosamente y me sujeta con sus pequeñas manos de mujer. Recorrer lentamente su cara de arriba hacia abajo hasta terminar en sus labios y sentir sus brazos sujetar mi espalda es un privilegio que solo yo tengo y me siento la persona más afortunada cuando la escucho decir "te quiero" en mi oído. Quizás soné muy celoso y posesivo, pero soy muy celoso y posesivo.

Agarramos dos sillas y las ponemos afuera de su casa, para sentarnos a platicar. Hablamos sobre las cosas que nos sucedieron en el pasado y quizás fueron graciosas pero en su momento, no lo eran.

Después de un rato, salen su mamá y su hermana. Saludo de mano a ambas.

La actitud de su madre es positiva, contraria a la de cuando su papá me conoció, estaba con la mirada perdida y casi no podía hablar. No entendí mucho de lo que dijo.

Posteriormente, Natalie y yo vamos a la tienda a comprar algo que le encargaron. Agarrados de la mano, como novios. Cuando regresamos, nos quedamos en su sala.

Quizás abrazados... Quizás besándonos... No lo sé.

Solo sé que en mi labio inferior hay un poco de sangre. Fue un dolor que disfruté tanto, que dejaría que lo hiciera de nuevo.

Entre tantas muestras de amor y cariño pierdo la noción del tiempo. Mi papá llega por mí. Ahí es cuando le presento a Natalie, mi novia, mi pequeña. Subo al carro y mi padre conduce hasta casa.

No recuerdo otro día en el que haya estado sonriendo solo por culpa de una persona, este fue uno de los mejores días de mi vida.

Olvidé por completo el partido de mañana, el primer partido oficial en el nuevo equipo. También mañana regreso a la preparatoria, a tercer semestre.

Típico de mí, no dormir nada en la noche cuando tengo clases al día siguiente, solo dormí dos o tres horas en la madrugada y estoy medio muerto.

Desayuno casi pegado al plato de comida. Me lavo los dientes acostado en la cama. Me pongo el uniforme casi arrastrándome en él. Para ponerme los zapatos me agacho lo menos posible. Pongo un poco de gel en mis manos y me peino a cómo puedo. Escuela, no te extrañaba.

Al llegar, están las mismas caras de siempre solo que un poco más dormidas de lo normal.

El primer día de clases es ese en el que se va solo a saludar y ver quién es el nuevo del salón. Los maestros lo toman como un descanso de su descanso, solo fingen que nos están diciendo qué es lo que haremos en el transcurso del semestre solo para no hacer nada en toda la clase. Nathan es el primero en llegar. Cada regreso a clases es lo mismo, el primer día siempre llega temprano y una semana después, está hablando con los maestros para pedirles perdón por llegar tarde.

Nosotros tenemos como especialidad programación, que consiste en programar programas (obviamente), para su posterior uso. Y nuestra primera clase es esa. La maestra es agradable, parece que nos llevaremos bien durante todo el curso. La siguiente clase es geometría analítica, el maestro se cree ser un sabelotodo y nos explica algunas cosas sociales con groserías. Después nos toca inglés, la maestra parece no agradarle mucho la idea de sonreír y eso nos asusta. La clase final es biología. Nos da una maestra muy hiperactiva, esta hable y hable y no permite que los alumnos den siquiera un bostezo, denota bastante energía. Al salir, saludamos a Katy. Después nos vamos cada quien a su respectiva casa.

Cuando llego, mi mamá prepara la comida, yo con un ojo abierto y el otro cerrado, pero con las manos siempre en la mesa, poco a poco termino de comer.

El sueño parece ganarme, voy hacia mi cama a dormir. Creo que no he dormido ni quince minutos cuando me despierta mi papá; el partido. Empieza a regañarme porque me quedé dormido, me apresuro a cambiarme y él me lleva.

El partido inaugural es en una cancha en perfectas condiciones. El cielo nublado, un poco de lluvia, aire fresco, el pasto, todo parece alinearse para que sea uno de los mejores partidos.

A excepción que... inicié en la banca.

Como antes, como siempre.

Primer gol en contra y el entrenador no piensa en ningún cambio. Segundo gol en contra y sigue con el mismo pensamiento. Primer gol a favor y nos acercamos. Oportunidad de empatar con un penal, y lo fallamos.

Para cuando va a empezar el segundo tiempo, al fin entro, aunque en una posición a la que no estoy acostumbrado. Hay un total descontrol en la defensa y empiezan a llegar los rivales con mucha más contundencia. Llegan mucho, pero también, fallan mucho. Meten un gol de cada cinco jugadas.

Al final, el partido termina con un cinco a uno, que si vemos las oportunidades que tuvieron ellos, mínimo pudieron haber sido nueve o diez goles.

Otra derrota más a la cuenta que pareciera ya se hizo costumbre. Lo que me preocupa aún más es que recibí un golpe en el pecho, en el lugar donde se ubica el corazón. Me dolió bastante. No sé si fue lo suficientemente fuerte como para ocasionar una alteración en mi pulsación.

TODO, todo estará bien.


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