Annie se encontraba sentada al lado de Cameron Blake: 1998- 2015.
Su tumba tenía un bonito bordado, y su nombre estaba escrito en perfecta caligrafía.
Este chico lo habían traído tan solo unos días antes, aún tenía las flores que le habían puesto intactas, como si unos segundos antes las hubieran puesto allí. ¿Cómo es que si tenía casi su misma edad nunca antes lo había visto? O por lo menos eso creía, ¿Cómo era posible que muriera alguien que ella conociera y no se diera cuenta?
Era uno de los pocos jóvenes a los que les escribía. Annie no estaba acostumbrada a ver gente joven por allí. Y eso la inundó de una profunda tristeza. Vivimos planeando cada segundo de nuestra vida, pero nunca se nos ocurre pensar ¿qué pasa si se acaba justo ahora?
Su vida, su ilusión de vida, reducida a unos segundos de muerte.
Tomó aire y luego de mirar una vez más aquél nombre, empezó como lo hacían sus habituales cartas:
20/09/15
Hora: 13:24 pm
Cementerio.
Hola Cameron.
Buenos días, ¿Hace cuánto nadie te lo dice?
Detuvo lo que estaba escribiendo. ¿Y si en serio estaba tan loca como todo el mundo solía decir?
En el colegio siempre era la señalada, no había día en el que no pasara desapercibida, la miraban como si fuera una cosa de otro mundo, no como un ser humano. Cuando formaban trabajo en grupo, los profesores ya sabían que ellos serían los compañeros de Annie. Lo mismo le ocurría en la calle, cuando iba a hacer las compras, los ayudantes se peleaban por no ir a atenderla, cuando iba caminando por un andén, siempre las personas que iban en dirección a ella se pasaban al otro, siempre intentaban por todos los medios evitarla.
La gente era muy cruel, y eso era un hecho. Pero aun así dolía, y Annie no terminaba de acostumbrarse del todo.
Con una profunda tristeza entendió que estamos esclavizados por lo que la sociedad decida sobre nosotros.
Aunque los muertos no estén aquí necesitan a alguien que les escriba, que los recuerde, que por un momento los haga sentir vivos.
En ese momento los muertos le caían mejor que los propios vivos.
Siguió con lo suyo:
Perdona, debió ser hace una semana. Lamento no haberte hablado antes, me hubiera gustado conocerte. Estuve en tu funeral, aunque nadie me invitó, y escuché el discurso de tu hermana, te gustaba tocar piano, al igual que a mí.
Hubiera sido lindo haber podido compartir canciones favoritas y algunas partituras.
Luego no pude oír mucho más, tu hermana explotó en llanto y créeme que también me entraron ganas de llorar. Su linda y pequeña carita se puso roja como un tomate, pero no te preocupes, un chico –que creo que su nombre es Nate-le susurró algunas cosas y luego ella se calmó.
Eras muy querido ¿eh?, casi nunca el cementerio ha vuelto a estar solo, como me gustaba. Pues viene gente, y mucha, a darte flores o simplemente a ver tú tumba. Pero es bueno, supongo que no te hace sentir olvidado.
A veces, cuando pienso en ti, me deprimo, eras tan joven, que aun no entiendo por qué moriste. En realidad, nadie lo entiende. Supongo que es uno de esos misterios de la vida; tenía que ser porque así tenía que ser.
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Letras a muertos.
Teen Fiction¿Pueden llegar los muertos a ser mejores escuchando que los propios vivos? Annie cree que sí. Esa es la razón por la que suele escribirles cartas con frecuencia. Escribir es una bonita manera de recordar, y traerlos de vuelta por un momento. Pero, ¿...