Aún no es tarde.

4.3K 662 47
                                    

Annie estaba tan inmersa en sus pensamientos, en sus metáforas, en su forma de ver la vida, en la carta que en ese momento estaba haciendo, que no sintió los estrépitos pasos que sonaban a su alrededor, ni mucho menos la respiración entrecortada de la persona que en ese momento y en ese lugar nunca esperaría ver.

Las tumbas se alzaban a su alrededor, el chico se cubrió completamente con su chaqueta del espeluznante frio que hacía en ese momento. Miró a todos los lados con nerviosismo esperando encontrarla, ¿Qué tan loco estaba? ¿Por qué había venido al lugar que más teme en el mundo?

Siguió buscándola, hasta que vio un reflejo que se alzaba al mismo tiempo que las ramas de los árboles, era su pelo. Estaba justamente sentada al lado de la tumba de su amigo, escribiendo, con una gran sonrisa en su rostro. Eso le dio escalofríos, aquella chica estaba escribiendo a un muerto, en un cementerio, completamente sola, y tenía una de las mayores sonrisas que él hubiera podido ver jamás.

Pensó en cómo debería hacerse notar, pero no quería dañar ese ambiente, aunque le daba miedo- eso era seguro- ella reflejaba algo que no pudo describir. Terror, eso le causaba casi todo el tiempo, de solo pensar en lo que hace, de solo escuchar su nombre, pero también ternura, la forma en como miraba a la tumba de su difunto amigo, la forma en que reía y ponía mechones de pelo detrás de su oreja cuando el viento se descontrolaba, le dieron unas profundas ganas de sentarse a su lado y quedarse contemplándola todo el día.

Pero no tuvo que hacer nada, ella seguía mirando su hoja, rio y dijo con toda la valentía que nunca le había visto:

-¿Tan divertida te parezco, Nate?

-Yo...- intentó retroceder algunos pasos pero tropezó con una piedra y cayó torpemente en una tumba.

-Estas pisando a David, y no es muy amigable.- dijo ella con un tono de burla, aun si levantar los ojos. Es como si tuviera visión hasta en los dedos.

Nate se levantó rápidamente y se quitó la tierra de la ropa lo más rápido que sus nervios le permitían.

-¿Hace cuánto sabes que estoy aquí?

-Lo suficiente para darme cuenta que estás buscando a alguien.- dobló por fin la hoja, se levantó y señaló la tumba de Cameron- ¿Lo vienes a ver?

-En realidad a él no...- se miraron fijamente a los ojos, y los de Annie le recordaron a un bonito atardecer, llenos de luz.

-¿A mí?- miró por detrás de Nate, luego sus ojos volvieron a los de él.- Espera, ¿No vienes con un sacerdote y estacas o escobas prendidas de fuego, verdad?

-¿Podrías dejarme hablar de una vez por todas?

-¿Por qué lo haría?- se cruzó de brazos y lo retó con la mirada.

-Se trata de un tema importante, para ti y para mí.- señaló con un leve gesto a Cameron, y entonces la mirada de Annie cedió.

-Ven.- Nate la siguió con desconfianza hasta llegar a la entrada del cementerio, donde habían unos frondosos árboles con flores rosadas rodeando unas bancas.

-¿Te vas a sentar o te traje aquí para que juguemos al escondite?- profirió Annie.

Ella tomó asiento, y él la acompañó a unos centímetros de distancia.

-Conoces esto muy bien.- dijo una vez que tomó aire.

-¿Invitar a sentarse a una persona de manera cordial?- tan pronto dijo esto, Annie soltó de esas risas que son contagiosas.

-El cementerio. ¿No te da miedo?

-¿Por qué me daría? Me da más miedo estar allí afuera.

-Porque bueno... A mí me causa escalofríos...-Pero Annie hizo como si él nunca hubiera dicho eso, y luego de unos segundos que le parecieron minutos a Nate, por fin dijo:

-¿Has venido a hablar sobre la piel de niña que tienes?

-No...-se pasó la mano por el cuello, la dejó justo donde su pulso sobresalía y la mantuvo ahí, un gesto que siempre solía hacer cuando estaba nervioso antes de un partido, Cameron le dijo que si sentías tu pulso y respirabas lentamente, contabas hasta cien despacio, todo se calmaría, pensarías positivo y ganarías, y eso hacían, siempre.

-No te enojes.- dijo Nate antes que nada.- Yo hace poco venía aquí, ya sabes... A visitar a Cameron, bueno... no le traía flores, él y yo siempre pensamos que las flores eran una cursilería. Sólo venía a verlo, en realidad a su tumba... porque ya sabes.

-Al punto, Nate.- lo interrumpió Annie.

-En uno de esos días, alrededor de las flores blancas, pude distinguir un sobre. Supe de inmediato que era tuyo, porque... Annie, todos saben lo que tú haces. Y perdóname, yo era uno de esos que te tenían miedo, aun lo tengo... Pero no por eso, es que tú eres muy...- Annie le dio una de esas miradas que sólo ella era capaz de hacer, lo que hizo que Nate siguiera.- El caso es que la leí, pero se la volví a dejar allí, justo donde estaba. Y me pareció interesante, que tú quisieras saber sobre él, saber por qué hacía esas cosas... todas esas preguntas, yo te puedo ayudar a resolverlas, si me dejas.

-¿Por qué he de confiar en alguien que me tenía miedo, en alguien que me ha tratado mal con solo la mirada, en alguien que tuve que perseguirle y amenazarle para que me hablara y lo hizo con el mayor de los miedos?

-Tu misma lo has dicho. Al leerte, al leer como te sentías. Al saber tus gustos, los mismos que tenía Cameron, supe que fui otro idiota más. Por eso es que quiero... empezar a hacer las cosas bien, si aún no es muy tarde. Cameron fue mi mejor amigo, aún lo es...

-No tiene nada que ver. ¿Y si sólo quieres burlarte de mí como lo hacen todos?–lo interrumpió por segunda vez.

-Déjame mostrarte que aún no es tarde.

-¿No es tarde para qué?- pregunto Annie con curiosidad.

-Para cambiar... Y para saber cosas.

-Aún no entiendo cómo es que se dio ese repentino cambio.- dijo dudosa ella.

-Tal vez tengamos la misma duda.- inquirió él.

-¿Cuál es esa?- preguntó Annie.

-Yo también quiero... No. Necesito saber por qué Cameron se suicidó.

Annie abrió los ojos de par en par, miró a los lados y cuando se percató de que no hubiera nadie le susurró:

-¿También lo crees?

-El no solía tomar, lo sé más que nadie. Ni siquiera le gustaba el alcohol, y las pocas veces que lo hacía siempre era muy precavido. Annie, ese día cambió algo para él, cambió algo en él.

-Y necesitamos saber por qué.- terminó ella.

Letras a muertos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora