05/10/15
No creo que haga falta decirte quién soy, porque es lo menos importante justo ahora, sólo tómame como un simple y misterioso narrador ¿está bien? No te vayas hacer preguntas de quién soy, porque también creo que tienes suficientes cosas más importantes en que pensar que en esto.
Bien, ¿en dónde quedaste? ¡Ah, sí! Annie abrió todos los sobres en compañía de Nate.
Vaya presión para una noche ¿no?
Creo que tampoco hace falta decirte que para el segundo sobre que abrían en esa noche, ya estaban totalmente destrozados, pero sin embargo ninguno de los dos se atrevía a detenerse.
Nate necesitaba desesperadamente sentir la mano de Annie como apoyo sobre la suya, pero apuesto a que ya te habrás dado cuenta de sus intensos sentimientos hacia ella.
Prefirió quedarse quieto donde estaba, Annie así también lo hizo. No porque sintiera algo por Nate, de hecho, si lo sentía, pero no lo malinterpretes. Los dos no podían mover un solo musculo de su cuerpo por más que lo quisieran. Sólo movían sus sigilosos dedos para abrir los sobres, y sus nublados ojos de lágrimas para leerlos.
Media hora después, Annie se encontraba hecha un desastre en los brazos de Nate.
No puedo decir que él estuviera mejor, pero lo hacía por Annie. ¿Si no era él, quién entonces?
Susurró a su oído cosas que no llegué a entender, pero al parecer dieron resultado. Annie levantó su rostro y lo puso en el pecho de Nate. Él cogió el sobre que aún no habían terminado de leer, y continuó con su lectura en voz alta.
Cada vez que Nate pronunciaba una palabra de Cameron, Annie no podía evitar sentir como se desgarraba su alma en una inexplicable agonía. No podía evitar derramar una lágrima por cada sílaba que escuchaba, cómo quería desaparecer.
Cerca de cinco minutos después, entendió que con cerrar los ojos podría verlo. Podía ver a Cameron con aquella sonrisa contagiosa y deslumbrante. Allí, en su mente, no estaba sufriendo.
Allí, donde todo era posible, casi podía oírlo tocar piano. Casi podía sentir la textura de sus rizos, y la intensidad de su cálida mirada. En un momento creyó oírlo susurrar su nombre, y notar sus delicados y suaves labios besar sus magulladas y pecosas mejillas.
Podía oír el sonido de la melodiosa risa de él, como si ambos acabaran de compartir un chiste. Podía oír también el sonido de la suya al ver a Cameron tan feliz.
Deseó entonces quedarse por siempre así.
Sin embargo todos sus pensamientos fueron interrumpidos por la voz de Nate.
Deberían de estar leyendo ya los últimos sobres, pues ambos se quedaron congelados del impacto, de la emoción, y sobre todo del terror que aquello les causaba.
Nate, por su parte, tuvo que releerlo tres veces en silencio, pues conocía a Cameron y a su familia tanto como la suya propia. Admiraba a su abuelo, y lo tenía recordado como un gran hombre. Pero luego de leer eso, simplemente su corazón se llenó de pánico.
Ojalá Cameron hubiera hablado con él cuando todo eso pasó. Ojalá él hubiera podido ser de ayuda, ¿qué clase de amigo era?
Si Nate hubiera estado con él, si ambos hubieran estado juntos, jamás hubiera permitido que Cameron se sintiera de esa forma.
Se limpió con brusquedad la lágrima que resbalaba por su mejilla, y se acordó entonces que alguien más estaba a su lado. Por supuesto Annie también estaba hecha un mar de llanto, pero Nate no le podría pedir que dejara de llorar, si él no se veía capaz de no hacerlo.
ESTÁS LEYENDO
Letras a muertos.
Teen Fiction¿Pueden llegar los muertos a ser mejores escuchando que los propios vivos? Annie cree que sí. Esa es la razón por la que suele escribirles cartas con frecuencia. Escribir es una bonita manera de recordar, y traerlos de vuelta por un momento. Pero, ¿...