05/10/15
Annie, no has hecho nada malo, no llores.
¿Y qué si abriste dos sobres el mismo día? ¿Acaso Cameron se dará cuenta? ¿Y qué si no esperaste a Nate para ello? Si esto te sentó tan mal, imagínate a él.
¿De veras quieres verlo derramar lágrimas por algo inevitable?
Todo estará bien, tan solo necesitas abrir el resto de sobres que hay en el cofre. ¿Por qué no? Sabes que ahí está la respuesta de lo que llevas buscando tanto tiempo.
Sabes que cuando los abras terminará todo.
Aunque bueno, también por lo menos sabes que algo de todo esto tuvo que ver con el tal Matías. ¿Y si Cameron se suicidó por ello?
¿No quieres saber toda la historia?
No puedo creer que digas que tanto lo quieres, que estás locamente enamorada, y solo estés sentada torpemente en un rincón llorando para tus adentros.
¿Así tan fuerte es tu amor?
Déjame decirte que yo haría todo lo necesario por saber la verdad, así no estuviera en esos jodidos sobres, haría lo que fuera. Esto no es una novela de los libros que tanto lees, esto es real, y es muy serio, como para que andes dudando sobre qué hacer.
¿Y bien, qué esperas? Dime que por lo menos llamarás a Nate.
Sí, ya sé que había dicho que él lloraría a mares y todas esas cosas, pero es mejor decir la verdad sin importar que tan cruel pueda llegar a ser, siempre.
Ahora, si aquella verdad es tan mala como para hacerte recaer de nuevo, prométeme que no será así.
Tienes a tu mamá, a Nate, a Caroline, tienes a tus amigos los muertos.
Jamás estarás sola, por mucho que desees que sea así.
Annie, así que llama a Nate, y deja de escribir en tercera persona, porque sabes que aunque tus palabras sean lindas, no lograrán reparar el insaciable vacío que hay en tu corazón.
***
Séptimo sobre.
27/08/15
-¿Crees que sería mejor relatarlo en forma de cuento? Supongo que lo haría sonar un poco menos cruel. De igual forma, anda, toma asiento Cameron, esto va para largo.
Había una vez, hace unos cuantos años, una mujer. En realidad solo era una chica, joven e inocente, sin experiencia alguna en temas acerca del amor, sin experiencia en hombres como él.
Acababa de graduarse, vivía con su abuela, sus padres habían muerto hacía un tiempo. Aquella chica esperaba que su vida fuera a cambiar, ¿sabes? Quería darle lo mejor a aquella mujer que la había cuidado toda su vida, y lo había dado todo por ella, su abuela.
Su único temor era que no lo pudiera lograr si la muerte decidía llevársela antes de todos sus planes. Oh, pero no hagas esa cara, como te dije hace un rato, esto no es una historia acerca de muerte y sufrimiento. Está bien, tiene algo, en realidad mucho sufrimiento, pero deja que siga.
Tiempo después cruzó con añoranza las puertas de lo que creía que iba a ser su gran futuro, la universidad. Pero, justo en ese mismo instante, sus ojos se cruzaron con otros tan radiantes como el sol mismo.
Era un joven, alto, apuesto, con rizos como los tuyos. ¡Dios! Como odio los rizos.
Él caso es que aquel hombre podía conquistar a cualquier chica que quisiera, y lo sabía.
No dudó un instante en acercarse a Esperanza, porque ella también era lista y guapa. A diferencia de que aquello ultimo no lo sabía.
Susurró un hola, y la joven ya era suya.
¿Y sabes algo, Cameron? Me hubiera podido gustar haberte dicho que esta historia de amor termina bien, siquiera me hubiera gustado decir que es una historia de amor.
Esperanza se enamoró perdidamente de Paul, ¿cómo no iba hacerlo? Tocaba la guitarra, tenía rizos y ojos claros, sabía qué decir y qué hacer en el momento adecuado.
Venía a recogerla siempre de clases para comer un helado, o ver una película. Siempre convencía a Esperanza de que un día de picnic era mejor que estudiar para los exámenes finales.
Y era porque Paul aunque estaba inscrito en la universidad, jamás iba a clases.
Ella al fin y al cabo terminó descubriéndolo, y como en todo romance enfermizo, él prometió cambiar y ella creyó fielmente.
Todo volvió a ser como antes, claro. Esta vez Paul no solo paseaba por los corredores con su guitarra, ahora lo hacía en compañía, con una botella de cerveza en una mano y un cigarro en otra.
No fue solo eso, también prometió a Esperanza que si lo acompañaba su amor se iba a fortalecer mucho más.
Por primera vez en la vida Esperanza pudo haber hecho algo bien, y fue abofetearlo, para dar marcha a su dormitorio en la residencia.
Pero las ruidosas y molestas suplicas de Paul pudieron con ella. Terminó perdonándolo, con la condición de que si se volvía a repetir, esta vez sí se acabaría todo entre ellos.
-¡Oh, dulce niña! Eres mi esperanza.
Ella sonrió con todos los dientes para luego besar los dulces labios de su amado.
Y por un momento, creyó que por fin todo cambió. Creyó que podía cambiar a Paul, que su amor podría hacer cualquier cosa.
Paul no tenía remedio, y lo que sentía por ella no era amor.
Un día soleado, salieron a hacer su habitual picnic después de clases, y Esperanza se quedó observando los salvajes y peligrosos ojos de Paul. Él lo notó enseguida y sonrío. Le gustaba sentirse admirado.
-¿Qué pasa, Esperanza? ¿Por qué me miras tanto?
-Es una tontería, me dirás que estoy loca...
-Anda, cielo. Dime.
-He estado pensando, que si llegáramos a tener un hijo, me encantaría que saliera con tus rizos y tus mismos deslumbrantes ojos.
-¿Crees que podría salir tan perfecto como yo? – Ella sonrío y sus mejillas se tornaron coloradas. No era nada raro, en absoluto, que Paul se amara a sí mismo.
-Si lo fuera, tendría que tener un nombre tan hermoso al igual que su cuerpo, ¿Qué piensas del nombre Matías? Claro, se lo podríamos poner al primer hijo, dicen que el primero siempre es el más guapo e inteligente.
-¿Estás diciendo qué más de uno no es suficiente?- Esperanza rio con ganas y se cubrió la cara con las manos- Me encanta. Matías es un buen nombre para el primer hijo.
-Cameron.
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Letras a muertos.
Teen Fiction¿Pueden llegar los muertos a ser mejores escuchando que los propios vivos? Annie cree que sí. Esa es la razón por la que suele escribirles cartas con frecuencia. Escribir es una bonita manera de recordar, y traerlos de vuelta por un momento. Pero, ¿...