Capítulo 3

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Los rayos de sol que entran por la ventana me despiertan. Entre abriendo los ojos veo la hora, son las 9, así que decido levantarme y comenzar a trabajar. Me hago una taza de café con leche, me siento en la terraza, sin más me centro en mi trabajo y así poco a poco se va la mañana. Juan se despierta

- buenos días gordi – me dice mientras se acerca a mí con una taza de café en su mano y se sienta a mi lado – veo que te has levantado productiva, ¿Cómo vas con el trabajo? –

- bastante bien la verdad, tengo que revisar unos escritos, pero tendré todo terminado para la hora de comer. Buena idea tuve de traerme el trabajo a casa, ya que nos iremos el próximo fin de semana, así que he adelantado mucho – le digo mientras sigo leyendo las notas que tengo en mi ordenador

- entonces, ¿no puedes darme un par de minutos? – me dice divertido mientras con su mano derecha me muestra como tiene la polla dura. Me rio levemente y me acerco a él, dejando a un lado mi trabajo. Le beso suavemente, me arrodillo delante de él y saco del pantalón de su pijama su polla que me pide ser chupada entera. Empiezo a chupar sin duda alguna, me encanta saborearla y meterla hasta el fondo de mi garganta. Le gusta lo que hago con mi lengua, ya que escucho sus suspiros mientras continuo jugueteando con ella por su glande.

Se relaja y coloca su cabeza hacia atrás, cierra los ojos y disfruta del momento. Continúo con mi sabiduría oral, haciéndole disfrutar, llevándole al límite. No nos importa que estemos en la terraza, seguro que algún vecino se sorprende de nuestra desvergüenza, pero a nosotros solo nos importa darnos placer. No paro de entregárselo, me gusta ver como disfruta, así que pongo todo mi empeño para hacerle sentir el más intenso orgasmo, algo que estoy a punto de conseguir, ya que percibo como su polla se expande y se endurece aún más.

Por fin se deja ir totalmente y su corrida llena mi boca, siento como su leche se dispara directa hacia mi garganta. Me fascina la sensación que da el sabor de su corrida. Se agarra de mi cuello, con su polla aún dentro de mi boca y suspira hondo

- ¡wow nena!, bendita boca tienes… ¡ufff! – me acerca de nuevo a él para darme un beso profundo y sensual. Nos separamos y aprovecho para saborear de su dulzura aun en mis pupilas gustativas. Estos instantes son eternos y deliciosos, los hago míos porque son únicos y nunca con nadie los he vivido, hasta que le conocí.

La mañana sigue calurosa. Descansamos un poco en casa, entre notas de trabajo, música de fondo y sexo casual cada vez que nos cruzamos por la casa, de esta manera se nos van las horas. Es momento de salir, debemos acercarnos a la discoteca después de comer para así dejar todo listo para irnos de la ciudad. Estaremos de casting también, algo que me alegra porque pasare una tarde rodeada de chicos guapos, lástima que solo sean para ver, porque sería un gran propósito hacerlos mi fantasía. Terminamos de arreglarnos y salimos de camino a buscar un sitio para comer, la tarde se presenta divertida.

The Anvil (night club school), como Juan decidió llamar a la discoteca en honor a una banda inglesa llamada VISAGE, era algo que tenía claro desde el momento que decidió abrirla, tanto el nombre como el concepto liberal que quiso darle. Estaba siendo reconocida como una de las discotecas de ambiente de moda que se iba abriendo camino hacia las noches más ardientes del verano, es por eso que estaba tan entregado al proyecto, cuidando cada detalle para que todo salga a la perfección

- bueno cariño, espérame aquí, mientras que hablo con Melisa, estarán por entrar las chicas y chicos que harán el casting, no te descontroles mucho – y se aleja riéndose mientras que yo le contesto con un gesto de enfado burlón. Poco a poco la sala se comienza a llenar de murmullos por los bailarines que comienzan a entrar al lugar, de repente se cruza ante mí  una joven pelirroja de ojos verde intensos. Su cuerpo me llama la atención, pero siento que la conozco de algún lugar, pero dejo el pensamiento de lado cuando se acercan Juan y Melisa a sentarse a mi lado

- ¡a ver gente, vamos a empezar! – dice Melisa mientras les explica a los bailarines lo que deben hacer y cómo será la prueba para escogerlos. Escucho como Juan me habla pero hago poco caso a sus palabras porque aún sigo fijándome en esa pelirroja, que ante todo debo decir que me atrae y mucho

- ¿te gusta alguno, o debo decir, alguna? – acto seguido me toca la pierna y me besa en la mejilla

- ¿Cómo?, por favor, si no estoy ni siquiera atenta, a ver si bailan y opino – digo nerviosa, algo bastante inusual porque no suelo hacerlo con él, pero su pregunta me dejo un poco desubicada – esa chica de allí – digo señalando a la pelirroja - ¿no te suena de algún lado? –

- pues no, la verdad que no, pero debo confesar que tiene un cuerpo de escándalo, a ver si sabe moverlo – le doy un codazo y él se ríe. Es verdad que la chica es preciosa, pero esta sensación de que la conozco de algún lado no se va.

La prueba comienza y los bailarines dan lo mejor de sí. Le doy mi opinión a Juan sobre mis elegidos, entre ellos la pelirroja, es excelente bailarina, así que le vendría fenomenal a la discoteca. Siguen bailando con diferentes tipos de música y prueban las tarimas destinadas para ellos en la discoteca.

De los 20 bailarines, entre hombres y mujeres, son escogidos cincos, tres chicos y dos chicas, la pelirroja es una de ellas. Nos vamos del lugar dejando a cargo a Melisa durante las próximas dos semanas de la discoteca, Juan confía totalmente en ella, así que se van sin preocupación alguna.

Cuestión de Lujuria II: Islas GriegasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora