Cuestión de Lujuria II: Islas Griegas

Capítulo 13

Después de estar por unos segundos preparando su culo con su imponente polla, es el turno de juan. Primero lame levemente su coño, probando sus jugos para así luego introducirle la polla hasta el interior. Una doble penetración perfecta que hace que ella se hinche en sexo, siendo inundada por todos los orificios de su cuerpo. Así mismo, comienzan a moverse los dos dentro del cuerpo de ella, esas dos pollas fabulosas y llenas de lujuria la llevan al extremo del sexo, consiguiendo que ella se desvanezca ante sus embestidas.

Me centro en esa impresionante escena, mi coño palpita de la excitación y me hace saber que un orgasmo se acerca. No dejo de observarles, sus expresiones, los pechos rebosantes de ella, las pollas entrando y saliendo de su cuerpo, los gemidos, los sudores, los cuerpos desnudos, las palabras soeces que salen de sus bocas, los sonidos del sexo en su total expresión

- ¡ohhhhh! – digo mientras me corro gracias a la magnífica follada que Ana está disfrutando. Como me suelto en el deseo, como huelo a sexo, como disfruto de todo esto.

Acercándome rápidamente, domino de nuevo la situación y como puedo les muevo como fichas de ajedrez, dejándoles entregados a mi absoluto placer. Ana tumbada en la cama se convierte en mi puta, poniéndole mi coño recién bañado en placer en su boca, al mismo tiempo Carlos toma el puesto de juan y empieza a follar a su mujer con un ansia voraz, necesitaba sentirla de nuevo. Su coño lo recibe caliente y preparado para él. Juan se deshace del preservativo, lanzándose hacia mi boca, llenándome con su polla.

Que destreza demuestra la lengua de Ana, hace que mi coño responda de manera fugaz ante sus caricias. Ella gime mientras lame deliciosamente cada labio de él. Carlos la folla tan fuerte, tan rápido que el sonido de sus fluidos llena mis oídos mientras como con perfecto vicio la polla de mi chico.

Somos como una jauría de animales hambrientos en busca de sexo irracional, sin límites, sin ataduras, solo nos importa el devorarnos íntegramente, probando cada rincón de nuestro cuerpo y así lo hacemos. Comernos los unos a los otros, probando nuestros sexos enredados en placer.

De nuevo y con fuerza, siento como se acerca el momento de mi corrida, pero esta vez juan se adelanta a ello. Su polla me anuncia que viene con potencia su orgasmo contenido desde hace horas, así que hago lo que a él tanto le apasiona, trago su polla entera, sin dejar nada fuera de mi boca y en ese mismo instante, siento como me llena directamente la garganta con su leche tibia y me ahoga con ella. Acto seguido, el cuerpo de Ana comienza a convulsionar debajo de mi cuerpo, significando que está a punto de correrse. Observo como se mueve no sin dejar de lamer mi coño que se comienza a inundar de nuevo. Por fin se deja llevar y con un grito ahogado por mi sexo, se corre con la polla de su esposo, algo que hace que el la folle con más poderío, como si desease desgarrarla y robarle sus orgasmos, consiguiendo así que su leche le bañe su delicioso coño. Segundos después me permito el lujo de correrme en la boca de la aun convulsionada Ana, que sigue corriéndose como una perfecta viciosa. Y así, las dos nos sumergimos en un mar de orgasmos que hacen que nuestros cuerpos pidan un descanso.

Las dos caemos rendidas en la cama, una junto a la otra, mientras que los chicos se toman una copa, con sus cuerpos llenos de sudor, intentando respirar sin aun conseguirlo

-¡wow! – dice Ana – no puedo creer lo que ha sucedido aquí, ha sido totalmente increíble…no…no…ufff –

- te dije que jugaríamos más – guiño el ojo, mientras dejo que mi cuerpo se recupere

Las horas han volado, nuestros cuerpos piden un tiempo muerto, desean descansar y así lo hacemos. Yo tomo una ducha rápida, mientras que Carlos y Ana se retiran a su habitación con la promesa de quedar a desayunar mañana temprano antes de embarcarnos para Mikonos, nuestra última parada del crucero.

Juan me acompaña en la ducha después de despedirles en la puerta. Jugamos un poco más y una cosa lleva a la otra, enfrascándonos de nuevo en el sexo. Follamos por unos minutos más y decidimos parar porque la mañana ya ha llegado.