El sombrero seleccionador, estaba situado sobre un taburete de madera, frente a las mesas de las cuatro casas: Hufflepuff, Ravenclaw, Gryffindor y Slytherin.
Aún recordaba la primera vez que la profesora McGonagall dijo mi nombre: Estaba muy nerviosa por la sola idea de estar frente a todo el colegio esperando una decisión por parte del sombrero. ¿Perdería el equilibrio al intentar sentarme y caería al suelo? ¿Sería la burla de todo Hogwarts por los siguientes siete años? ¿Tendría que ser transferida a Ilvermorny, la escuela de magia en América?
Todas esas dudas se disiparon en cuanto el sombrero tocó mi cabeza. Tardo un poco para colocarme en una casa, dijo que tenía todo lo necesario para estar en Slytherin, determinación, deseos de competir, persistencia en las cosas que hago, avaricia y lograr mis cometidos a toda costa. Pero al final, decidió que Gryffindor era la mejor opción: compañerismo, lealtad y valor. Los factores mas preciados de un digno Gryffindor, según las palabras del mismísimo sombrero.
Dos pequeñas ranuras en la parte superior y una un tanto más grande en la inferior, hacian que pareciera que el sombrero tenía rostro.
Como cada año, antes de seleccionar casa para los nuevos estudiantes, nos dio un gran discurso sobre las virtudes de cada casa y lo excelente que sería estar en alguna de ellas. Todo el salón estalló en vitoreos y aplausos.
Las caras de los alumnos nuevos, me hacían pensar en si yo me veía de esta forma en mi ceremonia de selección, con una expresión de terror en el rostro y una pizca de esperanza en la mirada, yo creía que el corazón se me iba a salir del pecho, por los latidos tan frenéticos de éste.
Finalmente, después de la ceremonia, el profesor Dumbledore se levanto de su silla, la que estaba en medio de la mesa del profesorado y pidió la palabra una vez más.
–Felicidades a todos, espero que su estadía en Hogwarts sea agradable, en especial, para nuestros alumnos nuevos. Por favor, cantemos el himno de nuestra querida escuela; profesor Flitwick…
Con un elegante ademán de mano, el director le indicó al jefe de la casa de Ravenclaw, quien también era director de la orquesta, para que prosiguiera a dirigir a ésta con el himno.
Todos los alumnos cantaban con el corazón. O bueno, casi todos. En la mesa de Slytherin habían varias personas susurrando la letra o callados en su totalidad. Pero lo que me hizo rodar los ojos al interior de mi cráneo fue ver a Malfoy y sus guardaespaldas riéndo y hablando durante el himno del colegio. De su colegio.
En cuanto el salón quedó en silencio de nuevo, el profesor Dumbledore retomó la palabra y dijo: –¡Ah! ¿No es una hermosa canción? Llena de sentimiento y respeto… —Dirigió su mirada hacia donde yo veía un momento antes. Claro que lo vio. Parecía que él veía todo– hacia esta institución.
» Bien, sin más cháchara, que gocen de la cena.Hizo un ligero movimiento de manos, y todas las mesas quedaron cubiertas de platillos deliciosos: patatas cocidas, carne jugosa, todo lo que uno pudiera imaginar. No podía esperar a probar las delicias que se encontraban frente mio, no sabía por donde empezar.
Comimos de todo un poco, bueno, mucho de todo. Las anécdotas de Neville, eran graciosas; iban desde la constante busqueda de Trevor, su sapo, hasta los leves, pero habituales golpes y accidentes que sufría.
Entonces, de un momento a otro, todas las sobras de salchichas y cordero, fueron reemplazadas por helados de diferentes sabores, galletas, flanes y muchísimos postres más. La boca se me hacía agua de solo ver esas delicias en la mesa.
Terminamos de cenar y el director tomó la palabra de nuevo.
–Como cada año, les aviso a los estudiantes de primer grado y les recuerdo a los demás, que El Bosque Prohibido está, exactamente como su nombre lo indica, prohibido –añadió obsequiandonos una pequeña mirada a mis amigos y a mi–, para todo aquel que no desee morir.
»Nuestro celador, el señor Filch, me ha pedido que les recuerde, que ningún alumno puede estar fuera de la cama a altas horas de la noche y también que no quiere que Peeves se lo informe. Ahora, a la cama, todos.Las voces de los prefectos, sonaban un tanto más fuerte que las de los demás, debían llevar a los chicos de primero a las torres correspondientes. Harry y yo caminamos juntos, lentamente hacia la torre de Gryffindor y descubrimos que la mayoría ya estaban ahí, mi amigo dijo la palabra clave y la Señora Gorda nos dio el paso por la pequeña ranura situada detrás de ella.
Entramos a la sala común, y Harry fue directamente hacia el dormirorio que compartía con los chicos, en cambio, yo me dirigí a un sillón que estuviese junto a la chimenea a calentarme un poco. Hermione y Lavander, estaban sentadas juntas hablando de algo que, no era mucho de mi incumbencia, así que decidí no interrumpir su plática, pidieron mi opinión y en segundos me vi metida en su conversación. Varios minutos después, me excusé con ellas y subí las escaleras con la imagen de mi cama en la mente.
Al abrir la puerta, encontré mi baúl y mis demás pertenencias, junto a la cama.
🐍⚡🐍⚡🐍
Hola, aquí el capítulo cuatro. Disculpen que sea muy corto (a comparación de mis otras historias).
Sé que lo prometí 'pronto', pero justo porque lo sentía muy corto no lo había subido.
¡PREGUNTA! ¿Cerveza de mantequilla o jugo de calabaza? Sinceramente, no sé cual elegiría.
–B.
ESTÁS LEYENDO
not a mudblood » d.m.
Fanfiction⚠ En esta historia no habrá trama secundaria que tenga que ver con los libros/películas. ⚠ » historia en edición. __________ «No creas por un segundo que me intimidas, Malfoy.» «Puede que no te resulte intimidante, Dashwood, pero admite que sigo sie...