Entre en la biblioteca, y estába casi vacía. Solo habían un par de Hufflepuffs de segundo buscando algo en un libro de Defensa.
«Pobres –pensé–. Seguro Snape les dejo un trabajo de muerte para mañana.»
Fuí a sentarme en la sección de Estudios Muggles. Seguramente Hermione iría ahí en cuanto pusiera un pie fuera del aula.
Me senté en una de las sillas a esperarla ansiosa. Crucé los brazos sobre la mesa y apoyé mi cabeza sobre ellos, como si estuviera acomodándome para dormir.
No sabía que pensar.
En primer lugar: ¿Qué diablos le había hecho a Draco para que me tirara la poción encima?
Puede que nuestra relación no sea totalmente amistosa… bien, para nada amistosa, pero eso no significa que pueda arruinar mi ropa, mi nota, y más importante, mi pierna.
Tal vez debería hablar con él; preguntarle cuál es su problema conmigo y si podemos dejar todo por la paz.
Y segundo: ¡Qué diablos fue eso en la enfermería? Ese asunto me tenía preocupada a niveles cósmicos. ¿Por qué Harry se me había acercado tanto? No es que fuera malo, pero jamás –en los seis años que lo conozco– me había mirado de aquella forma, y menos un silencio habia sido tan extraño como aquel. La verdad, agradecía infinitamente a madame Pomfrey por habernos interrumpido. De otro modo, no sé que habría pasado.
–Blake, ¿qué haces aquí? –La voz de Hermione hizo que levantara la cabeza para mirarla–. Te creía en la enfermería o en el dormitorio.
—Tengo que hablar contigo, pero sin que la chismosa de Lavander esté escuchando –Mi amiga miró hacia ambos lados y asintió, como animandome a hablar.
Le conté sobre lo de la poción y que Malfoy había sido el protagonista en ese vil acto.
—Wow. Sabía que no te tolera, pero no pensé que llegara a tanto.
—Tampoco yo –Estaba debatiéndome en mi interior para encontrar la forma de…
—Bien, suelta la sopa. Sé que hay algo más que debas decirme.
Tomé aire. Algo tonto, ya que lo solté de inmediato, tratando de calmarme.
—Por poco beso a Harry –solté lo más rápido que pude y tapé mi boca con las manos.
Solo porque la mandíbula de Hermione estaba pegada a su cráneo, no calló al suelo.
—¡¿Qué?! –gritó en un susurro–. ¿Cómo? ¿Por qué? ¿Qué pasó? ¿Dónde? ¡Contesta!
—Wow, wow. Son muchas preguntas –dije riendo, para quitarle un poco de peso al asunto. Me miró mal–. Bueno, él a mi. Te cuento –Y así lo hice.
Su cara era seguramente la misma que yo había puesto mientras todo pasaba. Excepto por la sorpresa. Esa no estaba presente.
—Y, ¿qué piensas hacer?
—No lo sé. ¿Fingir que no pasó?
Suspiró.
—Puede ser. Pero, ¿qué pensara él?
—¿Quién? –Okay. No fuí yo quién dijo eso.
Ron y Harry estaban a tres pasos de nosotras y fuí presa del pánico por un segundo. Pero ese sentimiento desapareció y fue reemplazado por el nerviosismo cuando Ron puso su codo sobre mi hombro y volvió a preguntar.
—Slughorn –dijo Hermione–. Talvez deje que Blake haga de nuevo la poción o algún trabajo para recuperar esa nota, ¿no creen?
«¡Merlín, denle un premio a está chica!»
—Sí. No creo que sea como Snape –dijo Ron con sorna. Todos estuvimos de acuerdo.
Los chicos se sentaron con nosotras y comenzamos a hablar de cuando comenzaría el entrenamiento de Quidditch y contra que casa sería nuestro primer partido.
Al cabo de unos minutos, mi estómago gritaba por algo de comida haciendo sonidos extraños, lo cual fue motivo de risa para los chicos. Sinceramente, yo no lo encontraba divertido, pero ¿qué hacer?
Caminamos los cuatro hacia el comedor que, a estás horas debería de estar completamente lleno de estudiantes muertos de hambre igual que yo… o peor.
Recordé el año pasado, cuando Ron y yo hicimos una apuesta de quien tenía más hambre. El perdedor debía llevar un cartel que dijera «Más tonto que un troll» todo un día, y gracias a mi pequeño estómago, perdí. No me arrepentiría de nada, sí Malfoy y su sequito de rémoras no se hubieran burlado de mi todo el mes siguiente.
Admito que estuve a punto de romperle esa tonta cara pero, como siempre, Hermione me persuadió de no hacerlo.
Esperen. «¿Tonta cara?» ¿En serio? ¿De cuándo a acá las caras son tontas o inteligentes? Tal vez … su cara de tonto. Sí, eso.
Como sea, ese día no me salvé de la mirada divertida de todos los alumnos ni de las reprobatorias de McGonagall y Snape.
Lo bueno de todo eso: me divertí como nunca con mis amigos.
Entramos por las enormes puertas del comedor y fuimos directo hacia donde estaban los chicos de nuestro curso. Nos sentamos en el orden siguiente: Harry, Ron, Hermione y yo opté por sentarme junto a ella, lo más separada posible de Harry. No me malinterpreten, no pretendía alejarlo, pero el ambiente entre los dos no era del todo favorable… o normal, en el peor de los casos.
Después del pequeño discurso del director, la mesa se llenó de mil manjares que no podian esperar a que los probara.
Parvati estaba a mi derecha, y me explicaba que contenido debía llevar el trabajo de la profesora Burbage mientras ambas comíamos un pedazo de ternera de mi plato. Al parecer, debíamos presentar dos pergaminos hablando sobre la forma de gobierno muggle, para la próxima semana. No era algo que me molestara, pero sabía tanto de ese tema como del cuidado de criaturas mágicas. O sea, nada.
«Nota mental: pedirle a papá la sección de política de un periódico muggle.»
Los restos de carne desaparecieron de la mesa, siendo reemplazados por una variada cantidad de postres, los cuales no estaba dispuesta a comer. Comí poco por el sabor que aún tenía la boca por la poción de madame Pomfrey y había quedado más que satisfecha. Ahora, todo lo que quería era dormir.
Lavander interrumpió nuestra conversación pidiéndole a Parvati un trozo de calabaza con caramelo y ésta se volvió a pasarle un pedazo. Yo giré hacia mi izquierda y encontré a Hermione explicando a Ron como funcionaban las estrategias políticas de los muggles lo mejor que pudo. No pude evitar soltar una risita al ver la cara de confusión del pelirrojo ante las palabras de nuestra amiga. Eso llamó la atención de Harry, quien me sonrió. Le devolví el gesto.
Hermione termino su –hasta ahora– interminable monólogo y me pidió regresar al dormitorio juntas. Me tomó del brazo y ambas salimos caminando lentamente del comedor. Al llegar a nuestro destino, ella fue quien dijo la contraseña y el retrato nos dió paso a la acogedora Sala Común.
Prácticamente, me arrastró escaleras arriba y al abrir la puerta corrió a su cama y se tiró en ella como si fuera su mejor amiga en vez de serlo yo.
Sonreí para mí. Hasta la incansable Hermione Granger sentía pesado el primer día de clases. Y no la culpaba. Si yo, habiendo faltado a dos clases, me sentía desecha, no me imagino ella.
Caminé al baño e hice el procedimiento habitual, cambié mi uniforme por una sencilla piyama de algodon y me metí en la cama. Habia sido un día largo y lo único que necesitaba era descansar. Mañana seria un día nuevo.
🐍⚡🐍⚡🐍
Hello. It's me.
Adivinen de quién es cumpleaños. Así es, mío.
Sé que no les interesa, pero igual se los digo.–B.
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not a mudblood » d.m.
Fanfic⚠ En esta historia no habrá trama secundaria que tenga que ver con los libros/películas. ⚠ » historia en edición. __________ «No creas por un segundo que me intimidas, Malfoy.» «Puede que no te resulte intimidante, Dashwood, pero admite que sigo sie...