Dos

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   Desperté gracias al ulular de Browkey pidiendo entrar a mi habitación desde fuera de la ventana. Seguramente se había quedado en casa de los Weasley en la noche. En la pata izquierda, traía amarrada una pequeña bolsa de piel.

   Dentro de esta, había un hermoso anillo en forma de serpiente. Reí al ver de qué se trataba. Ginny, a veces, decía que yo debía pertenecer a Slytherin por mi temperamento y ambición, le encantaba bromear mucho con ese tema.

   No me desagradaba la idea de estar en Slytherin, sería una interesante experiencia, lo único malo eran ese estúpido rubio cenizo y su constante 'Sangre Sucia', con la cual se refería a Hermione y, en especial, a mí, siendo que yo soy mestiza. No era algo que capturara mi atención por completo, pero se volvía tedioso con el tiempo, algo así como un chiste gastado.

   Los Malfoy tenían una una obsesión con la sangre limpia y eso todos lo sabíamos.

Coloqué el anillo en mi dedo y lo contemplé unos segundos. Había que admitir que me sentaba bien.

   Hablando de sangre limpia… ¡Ginny!

   Con mi mano libre, tomé la carta que mi amiga me había enviado, para pedir la autorización de mis padres para pasar el resto de las vacaciones en la casa Weasley. Baje tranquilamente las escaleras encontrando a papá entrando por la puerta con su pijama aún puesto y el diario en una mano.

   —Hola, hija. ¿Qué haces despierta tan temprano?

   —Ayer, Ginny me envió esto —dije entregándole el pergamino.

   La analizó por un momento y parecía no entender la mayoría de las cosas que venían escritas allí. Mamá bajo las escaleras, quien, al igual que mi padre, llevaba el pijama puesto, solo que ella aún no estaba peinada.

   —¿Cómo que casi te rompe la nariz esa, esa cosa?

   —Descuida, la señora Pomfrey evitó que pasara algo grave —No muy convencido, asintió con la cabeza y le dio la palabra a mi madre.

   —¿Tú lechuza llegó hasta allá? Debemos disculparnos con Molly.
  »Y, por mí no hay problema en que te quedes con ellos una semana o dos, solo si tu padre está de acuerdo —giré a verlo con rostro suplicante y fácilmente, logré convencerlo.

•••

   Dos días después, el señor Weasley, Ginny, Fred y George, vinieron por mí, para llevarme a su casa y darme hospedaje en la última semana de vacaciones e ir al Callejón Diagon por los materiales que necesitaríamos.

   Aún no estaba lista cuando oí que tocaron la puerta, al parecer el señor Weasley disfrutaba hacer las cosas lo más parecido a los muggles que pudiera. De ser por los gemelos, hubieran entrado apareciendo en la sala de estar. Con un poco de dificultad, cerré mi baúl y lo tomé junto con la jaula con Browkey dentro. Iba bajando la escalera cuando dos pares de manos sostuvieron la jaula que estaba a punto de resbalarse de mis manos. Eran: George a la derecha, y Fred a la izquierda. Y con una gran sonrisa me ayudaron a terminar de bajar todas mis cosas negándose a que yo contribuyera con algo de ayuda para ellos.

   En tanto los chicos bajaba mis cosas, Ginny y yo aprovechamos para saludarnos con un caluroso abrazo y un Te extrañé por parte de ambas.

   —Ahora si —dijeron al unisono, dejando el baúl en el suelo—. ¡Hola, pequeña!

   —No soy pequeña —dije haciendo un puchero.

   Me aplastaron como si de un sandwich se tratase y dieron varias vueltas conmigo en medio suyo. Como los extrañaba.

   Nos sentamos un rato a conversar con mis padres y el suyo, hasta que decidimos que era hora de irnos. El señor Weasley tomó la jaula y los gemelos, mi baúl, dejándonos a Ginny y a mí sin nada en las manos. Subieron mis cosas al maletero del auto, si, el auto que Ron y Harry chocaron contra el Sauce Boxeador en el segundo curso cuando no alcanzaron a tomar el expreso al colegio.

Con un enorme abrazo, me despedí de mis padres y les prometí escribirles lo más recurrentemente que las clases y salidas a Hogsmade me permitieran.

   El camino fue muy divertido, George me contaba sobre sus nuevas ideas para Sortilegios Weasley, Fred le hacía segunda y Ginny los reprendía por ello. Extrañaba muchísimo estar con ellos; conversar, hacer y decir locuras.

   Cuando llegamos a La Madriguera, Harry y Hermione estaban esperando en la entrada de la casa. Nos dimos un abrazo grupal, al cual, Ron se unió segundos después. Los chicos subieron mis cosas al cuarto de Ginny, en tanto Hermione, ella y yo nos poníamos al día con las noticias que cada quien llevaba tiempo esperando contar en persona.

   Entramos a la cocina y la señora Weasley movía su varita hacia todos lados preparando la cena. En cuanto Ron le informó sobre mi llegada, dejó todo lo que estaba haciendo y se acercó a mí para darme una abrazo de bienvenida.

   —Blake, querida. ¿Cómo estás? Hace tanto que no tengo noticias tuyas —Giré a ver a Ginny quien, rio al recordar que esas mismas palabras estaban en su última carta.

   —Me alegro de verla de nuevo, señora Weasley.

   —Ay, Blake. ¿Cuántas veces debo repetirte que me digas Molly?

   —Lo siento… Molly —dije, un tanto muerta de vergüenza.

   —Bien, chicos, siéntense, que la cena estará lista en un momento.

   —¿Necesita ayuda señ… Molly?

   —No, no, no, querida. Tú estás aquí como invitada. Que Ron me ayude.

🐍⚡🐍⚡🐍


–B.

not a mudblood » d.m.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora