Cinco

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   Como cada mañana, desperté estirando mis músculos aún envuelta en las sábanas, abrí los ojos y me asusté un poco al darme cuenta de que no estaba ni en mi habitación ni en la de Ginny. Segundos después, me reí sola por haber recordado que estaba en el dormitorio de chicas. En la torre de Gryffindor. En Hogwarts. Negué levemente con la cabeza y salí de la cama.

   Hermione, Lavander y Parvati, dormían cómodamente en sus respectivas camas, entonces, se me ocurrió una idea: un sonido agudo, salió de mi boca, haciendo que las chicas se asustaban, a tal grado que Hermione callera de la cama y Parvati diera un pequeño respingo.

   Solté una gran carcajada que se fue apagando conforme sus miradas de odio aparecían frente a mi.

   Mi instinto de autoconservación, me indicó que era momento de correr, pero por desgracia, el dormitorio no era lo suficientemente grande como para escapar del chillón reclamo de Lavander y de la dura reprimenda de Hermione.

   –Era hora de despertar –dije lo más dulce posible.

   –Te mataré, Dashwood –amenazó Parvati, en tono de broma.

   Todas nos alistamos en silencio y tomamos Libro de Defensa Contra las Artes Oscuras, era nuestra primera clase, con Snape y, como era de esperarse, Hermione había memorizado el horario completo. No me molestaba tener que pasar una doble clase con el profesor de Defenza, la verdad, era muy buena, pero por el simple hecho de ser de Gryffindor, no servía de nada esforzarme tanto, de todas formas, no ganaría ni medio punto para mi casa en la clase de Snape. En realidad, era muy posible que empezara a perderlos.

   Bajamos a la sala común, y Ron y Harry ya estaban ahí.

   –Hey, Blake, ¿fuiste tú... –no pude evitar reír y alejarme unos pasos de Hermione, quien me lanzó una mirada mal disfrazada de odio.

   –Eres terrible –dijo Harry, riendo conmigo.

   La sonrisa que adornaba mi rostro, solo se hizo más grande al ver que, por lo menos, mis otros amigos encontraban mi pequeña broma divertida.

   Los cuatro salimos por el espacio detrás del cuadro de la Señora Gorda, con dirección correspondiente. En el camino, fuimos encontrando a alumnos de Slytherin que caminaban por los mismos corredores que nosotros hacia el aula de Defenza. ¡Diablos! pensé. No quería toparme con el idiota de Malfoy.

   –¿Con Slytherin? –dije más para mí, pero Hermione me escuchó.

   –Si hubieras leído el horario de clases, sabrías que no sólo tenemos esta clase juntos, Blake.

  –Sí, sí, sí –dije desinteresada, mientras entrábamos al salón y nos posicionabamos en nuestros respectos lugares.

   Una cabellera platinada capturó mi atención al momento en que su dueño tomaba asiento justo frente a mi, con las enormes masas de Crabbe y Goyle cubriéndole la retaguardia. Solo atiné a poner los ojos en blanco, consiente de que él no podía verme y gire para comenzar una plática con Harry, que buscaba de forma casi inútil, una manera de ver la parte de enfrente por algún costado de Crabe.

   –¿No te han dicho que hacer eso es de mala educación, Dashwood? –dijo el rubio mientras giraba y quedaba de frente a mi.

   Harry cesó su búsqueda para ser un testigo más de la escena que estaba a punto de acontecer. El odio entre Malfoy y yo, no era un secreto en Hogwarts.

   –¿Qué sabes tú de educación, Malfoy? –me defendió Harry.

   –No te metas, Potter, que esto es entre tu noviesita –me examinó de arriba a abajo– y yo –dijo pedante.

   –¡A Harry no le hables así! –Estaba perdiendo la paciencia.

   –Yo le hablo como me plazca, quien no tiene derecho de haberme así, eres tú, sangre sucia.

   –Señor Malfoy, tome asiento, por favor –pidió Snape, impidiendo que respondiera el insulto.

   –Ya te dije, solo ignoralo –susurró Harry tomando mi mano para tranquilizarme.

   –Lo intento, pero es que él...

   –¿Algo que compartir con la clase, señorita Dashwood?

   –No, profesor, nada.

   –Entonces, preste atención.

   –Eso hago –Supe que responder de esa forma fue una mala idea en cuanto las palabras salieron de mi boca.

   –En ese caso, repita la instrucción que dí.

   –N-no la escuché –dije mirando hacia mis pies.

   Una pequeña sonrisa, más parecida a una mueca se apareció en su rostro– Cinco puntos menos, Gryffindor, con eso veremos si a la próxima, toma atención –y retomó el tema de la clase.

   Podía sentir la amplía sonrisa de Draco, aunque me estuviera dando la espalda. Era tan típico de él bromear y burlarse de algo a todo pulmón, y más con Snape cerca, parecía no importarle perder puntos... ¡¿a quién engaño?! es obvio que Snape no le quitaría puntos a su propia casa, y mucho menos a Malfoy, su alumno favorito.

   Cuando finalmente terminó la larga y aburrida clase doble de Snape, Harry y yo ibamos caminando detrás de Hermione y Ron, hacia Historia de la Magia, con el profesor Binns.

   Los chicos iban discutiendo de algo, seguramente Ron pidiéndole a Hermione que lo ayudara con la cantidad de pergaminos que Snape nos había dejado llenar. Yo sabía que Hermione gustaba de él, pero Ron era tan ciego que no lo notaba, hasta Harry se había dado cuenta.

   Al entrar al aula, Ron decidió ir con Harry, y Hermione conmigo. Tomamos asiento para esperar la aparición del profesor.

🐍⚡🐍⚡🐍

Hola, aquí está el capítulo cinco.
Disculpen la tardanza, se que fue muchísimo tiempo, pero encontré una serie de televisión muy buena y me perdí allí, sin contar las horribles vacaciones familiares, que son, por no decir menos, la muerte.

–B.

not a mudblood » d.m.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora