Seis

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   Despues de dos largas clases en Herbología y Cuidado de Criaturas Mágicas, mi estómago gritaba por un pedazo de carne y un gran trago de jugo de calabaza.

   Ron, Harry y yo nos dirigimos al comedor, ya que Hermione se había perdido de vista entre tanta multitud.

   Los pasillos estaban abarrotados de estudiantes que se dirigían a sus salas comunes, la biblioteca, al comedor y había uno que otro estudiante de primer grado que estaba perdido.

   Entramos por las inmensas puertas del comedor y allí aguardaban las cuatro mesas con platos y copas doradas aún vacías. Los profesores ya estaban sentados en sus respectivas sillas, esperando la aparición de todos los alumnos. Jamas supe como llegaban al comedor antes que nosotros... aunque la respuesta era obvia.

   El techo encantado mostraba un hermoso cielo azul, acompañado de pequeñas nuves que parecían ser de algodón. Solo le faltaban las mariposas revoloteando por aquí y por allá para que pareciera el paisaje de un día de campo.

   Sorpresivamente, fuimos de los primeros en entrar. Apenas habían unos veinte alumnos sentados. Algunos conversando, otros leyendo El Profeta, y un par más, estaba realizando algún trabjo en un pergamino algo largo.

   Tomamos asiento y yo quedé enmedio de los chicos. No sabía que les pasaba, típicamente, ellos se sentaban juntos y a Hermione y a mi nos exluían por sus "pláticas de hombres", las cuales obviamente trataban de Quidditch y yo sabía tanto de ese deporte como ellos.

   Hermione apareció por la puerta y se dirigió hacia nosotros, y desconcertada por nuestra posición en la mesa, decidió sentarse a la derecha de Harry para comenzar a comer, ya que los plantones del centro estaban por fin llenos de comida deliciosa a la vista y olfato de todos.

   Nuestros platos quedaron a tope con tanto que pusimos en ellos.

   De un momento a otro, los chicos comenzaron a hablar sobre los pergaminos que Snape nos había dejado llenar y yo me ví atrapada entre ellos dos, mientras Hermione intentaba disimular que no tenía a nadie con quien hablar, haciendo como si su pedazo de carne fuera lo más interesante del mundo.

   En una maniobra digna de apreciarse, logré escabullirme de entre los chicos y fui hacia donde Hermione, quien parecía no haber estudiado para un exámen importante que se avecinaba.

   –¿Qué pasa? –pregunté a mi amiga.

   –La profesora McGonagall ha decidido que en clase vamos a tener que trabajar con un compañero, queramos o no... y tú sabes que trbajo mejor sola.

   –Bueno, yo puedo ser tu compañera y tú trabajas por las dos –rei y ella giró a verme incrédula–. Estoy bromeando –afirmé parando mi risa.

   –Tienes razón. No puede ser tan malo.

   –Además, será divertido trabajar juntas.

   –Blake, ¿quiéres decirle a Harry que puedo ser tan buen guardian como Wood? –preguntó Ron.

   –Por supuesto qu...

   –¡Yo no dije otra cosa, Ron! –me interrumpió Harry.

   –Claro, eso lo dices ahora que le pregunté a Bl… –Harry le propinó un codazo en las costillas al pelirojo, quien instantáneamente cerró la boca y se puso um poco colorado.

   Giré de nuevo hacia Hermione.

   –¿Tú entendiste algo?

   –No, nada –dijo soltando una carcajada.

not a mudblood » d.m.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora