Uno

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   Cerré la ventana después de dejar salir -por segunda vez desde que se lastimó un ala- a Browkey, mi linda lechuza negra, para su tan acostumbrado paseo.

Recién me había sentado en la cama de mi habitación, para seguir releyendo mi primer ejemplar de Lugares Históricos de la Brujería, cuando unos golpes en la ventana me distrajeron de la lectura que estaba realizando. Al voltear en busca del causante del ruido, vi que se trataba de una lechuza gris que estaba esperando a que abriera para permitirle pasar.

   Dejé el libro sobre la colcha con el marcador en la página que me quedé y fui a quitar el seguro de la ventana. Cuando entró, dejó caer en la mesita que tenía junto a la cama un sobre hecho de pergamino con una preciosa caligrafía escrita con un color verde esmeralda.

Junto a la jaula de Browkey, se encontraba el contenedor para su comida y, esta amiguita gris se dirigió allí para alimentarse un poco antes de volver a abrir las alas e irse.

   Desesperada por ver que contenía la carta, leí rápidamente todas las indicaciones habituales; como que debía tomar el tren a Hogwarts el 1 de septiembre en King's Cross, las clases que tomaría en el curso y la lista de los libros de texto requeridos para estas.

   Cuando la lechuza terminó de arrasar con la comida de mi mascota, le di la salida abriendo de nuevo la ventana y dejándola así, por si Browkey decidía regresar antes.

Por poco resbalo al bajar las escaleras, ya que iba casi corriendo, llamando a gritos a mis padres para dar la noticia de mi carta. Mi padre estaba sentado en el sofá, leyendo su periódico muggle. Me encantaba llamarlo así y que él se molestara. Cuando llegue a la cocina, ahí estaba mi madre, tan contenta como siempre, tarareando una canción y preparando las cosas de la mesa para sentarnos a desayunar como cada mañana.

   –¡Mamá, mira esto! ¡Papá, ven!

   –¿Es tu carta? Robert, ven, cariño.

   –¿Cuál es el alboroto? ¿Ahora quién es la mejor sonrisa en Corazón de Bruja? –preguntó con un tono de emoción fingido.

   –Aún no lo sé, pero mira esto –dije arrebatando la carta de manos de mi madre y mostrándola a papá.

   –Necesitaremos mucho dinero para estos libros, y ni hablar de lo que costará el resto del material.

   –Cariño, en Gringotts tenemos suficiente para todo. No te preocupes. Y tú, señorita, siéntate a desayunar.

   La tarde pasó normal, bueno, lo más normal que se podía. Mamá resolvía casi todo con un movimiento de su varita, lavar los trastos, secar la ropa, ordenar la casa, etcétera, etcétera. Al parecer, eso a papá no le importaba, él solo levantaba los pies cada que mamá tomaba la varita para resolver algún problema casero.

   Yo por mi parte, ese mismo día, terminé de leer mi libro, arreglé un poco mi habitación (que por cierto, estaba hecha un desastre), llené de nuevo el tazón de comida de Browkey, quien, al volver, traía consigo una carta de una de mis mejores amigas: Ginny Weasley.

   Blake:

   Hola, hace mucho no nada de ti, no he recibido ninguna noticia tuya desde que iniciaron las vacaciones.

   ¿Ya te ha llegado tu carta? A Ron y a ya nos llegaron y estoy muy emocionada por comenzar un nuevo año en Hogwarts con ustedes.

not a mudblood » d.m.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora