Pequeña sombra

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Para entender porque ocurrió lo que ocurrió, es importante describir a mi pequeña sombra.
Era una de las personas más delgadas que he conocido. Solitario y callado, pero con una sonrisa hermosa y un sentido del humor que pocos entendíamos.
Como todo buen suicida, esperaba una muerte rápida. Siempre con un cigarro entre los labios.
Lo que hacía especial a mi pequeña sombra era ese olor a clavo que le dejaban los cigarros, su cuerpo tibio y sus manos heladas... y esos ojos oscuros y profundos como la noche.
Mi pequeña sombra siempre estaba metida en problemas, algunas veces tan absurdos o intensos, que no me dejaba más opción que acariciar su cabello largo y despeinarlo un poco con la esperanza de que ese simple gesto le hiciera saber que no estaba solo. A él le gustaba burlarse de mí diciendo que era mi respuesta universal ante todas sus dudas existenciales.
Además de eso, mi pequeña sombra siempre estaba dispuesto a ayudar y a escuchar, y sus abrazos eran una de las mejores cosas que existían en el mundo.
No obstante ser buena persona, nadie quería verle enojado, pues sus ojos se volvían rojos y, una vez que eso pasaba, no había quien lo pudiera detener.
No es que fuera exactamente una sombra, pero su existencia en general era un misterio. Aparecía y desaparecía de la nada, como el humo que escapaba de sus labios.
Yo siempre sentí que era mi deber cuidar de esa pequeña sombra, a la que todos los demás siempre admiraban por su fuerza...sin saber lo frágil que podía ser.

Mi pequeña sombraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora