Era un maldito hijo de puta con los sentimientos más hermosos que yo había conocido.
Tenía un alma suave y cálida, dentro de un búnker acorazado.
¿Cuántas veces sorteé las murallas que el mismo había puesto?
Y cada vez que creí que era todo, cada vez que daba una pequeña muestra del infinito paraíso, me devolvía a la realidad. Y ahí estaba, fuera de nuevo, deseando entrar... luchando por volver a entrar.
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Mi pequeña sombra
RomantizmToda historia tiene un inicio y un final, pero esta fue muy corta y a la vez eterna.