Olor a clavo

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Cuando digo que mi pequeña sombra siempre estaba fumando es porque, cuando no lo hacía es porque estaba en clases o porque estaba dormido.
Ese hombre podía fumarse hasta una cajetilla diaria... o más.
Jamás voy a olvidar todas las veces que le acompañé a comprar cigarros: "marlboro de clavo".
Tampoco olvidaré esa voz, hablándome bajito en clase: "vamos a salirnos a fumar".
Esas manos frías acariciando mis mejillas y el olor de su cuello cuando me abrasaba.
Mi pequeña sombra tenía todo lo que necesitaba para enloquecerme: unos ojos oscuros y profundos como el universo mismo, un cabello negro y largo como el manto nocturno, unas manos suaves y frías y una forma de abrasar única.
Sinceramente, lo que más me enloquecía era la forma hipnótica en que jugaba con la sexy perforación que tenía en el labio inferior. Eso, y la forma en que el humo escapaba lentamente de sus labios.

Mi pequeña sombraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora