Esa noche, Adrián despertó para descubrir que se había quedado dormido en la habitación de Tom, en su cama, entre sus brazos. Algo que jamás había hecho, ni pensaba que haría.
¿Lo peor? Solo le quedaban cuatro días... Miró el reloj y descubrió que en realidad solo le quedaban 3 días... para tomar una decisión, y seguía igual de perdido.
Sabía que no podría exterminar a los bebés, que ya estaba casi seguro de que eran los que poseían magia. Tampoco podría exterminar a su padre, que estaba seguro que sabía lo que los niños eran y los protegía como podía.
Lo que tenía que decidir era renunciar o mentir. Cualquiera de las dos opciones que tomara, llevaría a la agencia directo a las puertas del orfanato. ¡Y no podía permitir eso!
Adrián comenzaba a levantarse para retirarse a su habitación, cuando un brazo de Tom lo sujetó por la cintura, atrayéndolo de nuevo hacia su cuerpo grande y musculoso.
—Tom, tengo que orinar —mintió.
—No es cierto —argumentó Tom más dormido que despierto.
—¿Cómo lo sabes? —Adrián sonrió, mientras intentaba soltarse de ese agarre cálido.
—Porque puedo leer tu mente, tus intenciones. —Tom bostezó, pegando más a Adrián a su cuerpo.
Adrián se tensó. ¿Qué había acababo de escuchar?
—¿Cómo es eso posible? No eres mago.
—Sí, lo soy. —Tom asintió, rozando su nariz contra el cabello de Adrián.
Adrián echó la mano hacia atrás, buscando debajo de la almohada su cuchilla, solo para recordar que no estaba en su cama. Shit!
—¿Pensabas matarme en mi propia cama, cuando en la habitación contigua duermen mis hijos, y en tu interior llevas aún el resultado de mi pasión? —Tom abrió los ojos y lo miró—. Sé que llevas el tatuaje de exterminador en tus espaldas.
Gracias a los años de brutal adiestramiento, Adrián logró mantenerse calmado. ¡Tom había estado despierto todo ese tiempo!
—¿Por qué me lo has dicho? —preguntó, sentándose y recostándose del cabezal de la cama—. No estaba seguro de que tuvieras magia.
—Lo sé, pero pensabas que estaba protegiendo a mis hijos, que ya sabes que tienen magia... Aunque no hayas querido admitírtelo abiertamente a ti mismo. —Tom imitó sus movimientos, quedando sentado a su lado—. Como también sé que no me matarás.
—¿Cómo puedes estar seguro cuando un segundo atrás estaba buscando mi cuchilla? —argumentó Adrián, con el ceño fruncido.
—Eso fue solo una reacción automática. —Tom se encogió de hombros.
Ambos miraron hacia delante, hacia la puerta que separaba su habitación de la habitación de los niños.
—Si sabes que soy un exterminador, sabrás también que todos corren peligro ahora. Tienes que huir. Puedo ayudar a empacar tus cosas y las de los niños —propuso, de repente, pensando que era la solución perfecta.
—No huiremos. Este es nuestro hogar y aquí estamos a salvo —dijo Tom, volteando la cara para mirarlo.
—¡No entiendes! —Adrián comenzó a agitarse, pensando en todo lo que podrían hacerle a los niños—. A ti te destruirán sin pensarlo, pero a ellos puede que los mantengan en coma inducida para estudiarlos. ¡Tienes que llevártelos lejos, muy lejos de aquí!
Tom sonrió y extendió una mano, acomodándole un mechón de cabello detrás de la oreja.
—Adrián, ¿alguna vez te has puesto a pensar cómo es posible que los exterminadores logren rastrear, atrapar y asesinar tantos magos?
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SPARK OF MAGIC
FantasyAdrián Sloane, exterminador de seres sobrenaturales, va tras las pistas de un chispazo que aparece esporádicamente en las montañas de un país lejano, sin levantar sospechas hasta que llega un agente recién graduado a la agencia y les señala que lo q...