Sólo cuéntame » luke hemmings {en edición}

Capítulo 12

El hermano y la madre de Luke aparecieron por el sonido de las sirenas, vinieron hacia nosotros y lo abrazaron. Bruce salió de casa, corriendo llego donde yo estaba y me abrazó.

— ¿Estás bien? —preguntó examinándome la cara.

—Si, solo me raspillé las rodillas. —le enseñé.

—Vamos a casa, ten. —me colocó su chaqueta.

—Adiós —me despedí con la mano de todos, creo que lo mejor era relajarme y dormir.

Entramos a la casa, y enseguida subí a mi habitación. Me coloqué pijama, después iría a buscar mis pertenencias.

—Para que puedas dormir. —me entregó una leche caliente.

—Gracias Bruce. —le sonreí levemente y cogí el vaso.

—Espérame un poco, ya vuelvo. —desapareció y yo me fui a acostar

Tenía ganas de llorar, por el susto, era demasiado cobarde.

—Me quedaré contigo hasta que te duermas. —trajo un colchón y lo depositó al lado del mío.

—Gracias, a un que no debes... —negó con la cabeza.

—Tu sólo concéntrate en estar tranquila. —me sonrió afable.

Asentí y me recosté. Hubo un gran silencio entre nosotros que me tenía incómoda, hasta que finalmente habló.

— ¿Hiciste algo con Luke? —preguntó y yo me volteé.

—Tengo vida privada. —respondí, a un que la verdad no habíamos hecho nada. Él rió.

—No te incomodes, a un que ya sabes, si necesitas consejos sobre chicos estoy yo.

— ¿Tienes novia?

— ¿Eh?

—Que si tienes novia.

—No, ¿porqué la pregunta?

— ¿Qué hiciste todo este tiempo?

—Es una larga historia...

******

—Así que serán seis meses, ¿Un tour? ¿Con los amores de mi vida?

Estábamos esperando nuestro turno en un puesto de malteadas, para refrescarnos un poco del calor de Sidney.

—Uh, ¿ellos son tus amores? —frunció el entrecejo.

—Si —sonreí solo para molestarlo.

—Vale —se dió media vuelta y yo lo seguí colgándome de su cuello.

— ¡Sabes que él único que me gusta eres tú, tonto! —le di un empujón y él río.

El chico de las malteadas nos tendió los vasos, cogí el mío y Luke el suyo.

—Smoothie de fresa para la princesa, ah me salió verso sin esfuerzo.

Reí.

Era una tarde calurosa y a ambos se nos apetecía algo helado. Caminamos hasta un banco y nos sentamos allí.

—Están buenos —dijo mientras se cruzaba de piernas.