Capítulo 1: Mudanza

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Kise Ryota

Abrí los ojos cansado de sentir frío y buscar la sábana inútilmente. Mis manos tanteaban todo el colchón tratando de encontrarlas pero no había forma, al final, tuve que incorporarme para verlas al final de la cama o más bien... del colchón en el suelo. Me sobresalté un poco y es que no sabía dónde estaba, me había quedad en blanco unos segundos. Miré a la ventana para ver casas que jamás había visto antes y volví a mirar la habitación para encontrármela llena de cajas y más cajas, era un desastre y entonces me acordé de la maldita mudanza. Llegamos anoche tan tarde que no me había dado tiempo a abrir las cajas, ni a ordenar y mucho menos... a familiarizarme con el lugar.

Tiré el colchón al suelo y cogí las primeras sábanas que vi para pasar al menos la primera noche. Nunca había estado en Japón y al parecer... por las noches hacía frío, supongo que porque era prácticamente invierno y había dejado la ventana medio abierta al no acordarme de cerrarla tras lo cansado que estaba. Sólo quería dejarla abierta un rato para que ventilase y airease ese aroma a cerrado que tenía la casa cuando llegamos. Estornudé una vez y supe que me resfriaría.

- Odio este sitio – exclamé enfadado volviendo a estornudar.

Me levanté y traté de hacer la cama, no hubo manera, las sábanas eran más pequeñas que el colchón y cuando estiraba de un lado se soltaba del otro. Cabreado y medio enfermo le pegué una patada al dichoso colchón y quité las sábanas haciendo un revoltijo con ellos para bajarlas al piso inferior. Al menos lo bueno de Tokyo eran las casas. Mi padre había conseguido una casa de dos plantas con algo de jardín delantero a las afueras, una gran oportunidad me decía él, para mí no tanto porque era yo quien lo pagaba todo con mi trabajo.

Al llegar a la cocina crucé como un rayo y metí a presión las sábanas en la basura bajo la atenta mirada de mi padre que tomaba su café recién hecho y había apartado sus ojos del periódico para mirarme atentamente.

- ¿Te has levantado con mal pie? – me preguntó.

- No me gusta este sitio, ni estas sábanas, ni ese colchón. Sólo quiero dormir.

- No puedes – me dijo cuando vio que iba a subir las escaleras de nuevo a intentar dormirme un rato más.

- ¿Cómo que no puedo? Tengo que ir al estudio fotográfico a las cuatro de la tarde y son las siete de la mañana – le dije.

- Tienes instituto.

- ¿Estás de broma? – le pregunté – muy buena papá, casi me la trago.

Coloqué el pie en el primer peldaño para irme a la habitación de nuevo y es que era imposible ¿Yo y un instituto? Eso era incompatible. Mi padre jamás me había llevado a un instituto. Tenía tutores particulares que me enseñaban las lecciones y hasta iba más adelantado que en los institutos. Tenía siempre mucho trabajo y no podía ir a clase y ser modelo al mismo tiempo.

- Va enserio Kise, tienes instituto.

- Querrás decir tutor.

- No, instituto. Al parecer aquí en Tokyo es obligado que asistas aunque te permiten seguir trabajando a medio tiempo como modelo. ¿A qué está bien?

- ¿Pero a qué asco de país me has traído? – le pregunté enfadado – yo no quiero ir a un instituto, nunca he ido a uno. Te recuerdo que fue tu idea sacarme del colegio.

- Porque te distraías con ese... deporte horrible que podía complicar tu carrera de modelo.

- Era baloncesto – le dije – y me gustaba jugar.

Modelo solitario (Kuroko no basuke, Aokise)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora