Capitulo 2

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—Oh sabes que estás en Liverpool cuando comienzas a congelarte—expresó Margaret tratando de establecer conversación con su hija, Audrey apenas sonrió —Podrías al menos contestar— dice finalizando la "conversación"

—Madre sabes lo que pienso de este viaje.

—Sí, lo sé—interrumpiendo las palabras de su hija.

—Bien.

—Sé que tu tío es un hombre difícil...

— ¿Difícil?— la voz de Audrey había sonado cargada de ironía

—Audrey te lo advierto tu rebeldía es demasiada, es tu tío y debes respetarlo. Sobre todo ahora que nos recibirá en su casa.

—Lo siento madre ¿y cómo andan sus negocios?

—Sus negocios—murmuró.

Audrey percibió en el rostro de su madre cierta preocupación pero no quiso indagar así que observó detenidamente el paisaje de su nuevo hogar el puerto más importante de la economía, Liverpool.

Observaba a las personas, miraba las nuevas calles pero fue en ese momento que sus ojos lo vieron y su alma reconoció su existencia.

Estaba de pie junto a un coche halado por dos hermosos caballos, junto a él un hombre de mayor edad, coincidió que el coche de las Davenport tuvo que detenerse por un momento y así Audrey observó detenidamente a aquel joven, haciendo suyo cada rasgo, se encontraron observándose fijamente, fue como si sus almas danzaran al reconocerse una a la otra.

Aquel momento mágico se interrumpió cuando el coche siguió su camino hacia la residencia Albridge, pero el joven no pudo despegar su vista del coche preguntándose quién era y hacia dónde se dirigía, sentía debía de averiguarlo.

Al cabo de una hora más o menos sus pensamientos, que golpeaban su mente con el recuerdo de aquel joven, se vieron interrumpidos por la exagerada felicidad de su madre

— ¡Llegamos Audrey llegamos!

—Bien, supongo—suspiró y dejó en su corazón la repentina angustia que la invadía.

Uno de los empleados de su tío abrió la puerta del coche y las ayudo a descender, en la puerta las esperaba Lewis, quien las recibía con una mirada de superioridad, con una mano en su cintura y la otra sosteniendo sus guantes

— ¡Lewis!—expresó Margaret

—Hermana bienvenida— abrazó a su hermana de manera indiferente besando su mano por pura cordialidad.

—Tío —la voz de Audrey temblaba, por frío o tal vez sólo por el temor que siempre le había tenido a su tío

—Audrey, bienvenidas, pasen por favor estoy regresando de...bueno no les importa.

Audrey sonrió casi burlándose por lo que acababa de escuchar, sonrisa que tuvo que ocultar al verse descubierta por la fría mirada de su madre.

—Ella las acompañara a sus habitaciones—dijo señalando a una de las empleadas.

—Gracias hermano no sabes cuánto agradecemos tu hospitalidad ¿cierto hija?

—Así es.

Audrey no ocultaba el asombro que la embargaba al contemplar la inmensa propiedad de la que su tío era dueño. Lewis al notar la actitud de su sobrina completó diciendo

—Puedes más tarde, cuando hayas descansado, pasear por la propiedad, también está la biblioteca si disfrutas la lectura.

—Gracias—su agradecimiento era genuino.

Luna de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora