Capitulo 14

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William y David avanzaban por el oscuro pasadizo, miró su reloj y ya eran casi las 11, llegaron hasta una vieja puerta sin seguro que estaba sobre ellos talves a medio metro sobre sus cabezas. Subieron sin hacer ruido.

—¿Qué ves?—interrogó a David.

—Las celdas, están vacias.

Sobre lo alto de la infraestructura había una pequeña ventana, demasiado pequeña para que pasara un hombre pero lo sufiente para apreciar el cielo, entonces la vieron. La luna estaba en su total esplendor cubierta parcialmente, avanzaba con lentitud tornándola de color rojo.

—Se ve macabro—espetó William.

—No lo es, si se le ve sólo como un espectáculo del cielo es hermoso, pero si es utilizada con los fines de Alexander usted tendría razón.

—Avancemos de una vez—puntualizó William.

Siguieron su ascenso lentamente con cuidado de no caer en alguna emboscada, las escaleras eran largas y torcidas. Cuando al fin llegaron a la parte trasera de la casa, todo estaba a oscuras. Salieron y se internaron en la propiedad.

—David ve y busca a Audrey yo iré por ese animal.

—Pero señor habíamos quedado que—William le interrumpió

—Cambio de planes.

—Está bien, yo iré por la izquierda usted tome la derecha.

Inspeccionaron por separado pasillos y salones de la casa, cuando un grito desgarrador se apoderó del ambiente rompiendo el lúgubre silencio. Ambos en sus puntos se detuvieron, todo el cuerpo de William temblaba "Audrey" susurró. Cerró sus ojos con fuerza y aguardó un momento cuando nuevamente se escuchó.

"¡¡¡William!!!!" el grito hacía que todos sus vellos se erizaran, congeló la sangre que corría a su corazón dejando a este demasiado débil como para vivir.

Corrió escaleras arriba, el grito lo guiaba, la oscuridad en aquella casa era demasiado densa, encendió un cerillo, empuñó su pistola—puñal y avanzó con cautela.

Una y otra vez la voz de Audrey sonaba de una manera desgarradora y terrorífica, entonces paró.

Apagó el cerillo y dando pasos largos avanzó cuando sintió un cuerpo chocar contra él, el tacto de esas manos lo hicieron estremecer.

—¿William?—balbuceó

—Mi amor—exclamó William—Soy yo mi cielo. ¿Estás bien? Oí tus gritos.

—Estoy bien, logré escaparme, pero vamos no nos quedemos aquí debemos Salir de aquí.

William encendió una vez más la débil luz y encendió una antorcha provisional, observó el rostro de su esposa. Ya no era el rostro que recordaba. Su ojo derecho esta morado a causa de un golpe y parecía un globo de sangre, posiblemente algún vaso sanguíneo había sufrido daño, su ropa estaba rota lo que hacía que parte de su pecho estuviera casi descubierto, tenía golpes en sus brazos y sus piernas estaban parcialmente descubiertas porque la falda del vestido estaba rota.

Los ojos de William se cegaron de odio, enfureció, ya no tenía control sobre él mismo.

—¿Qué te hizo?!—gritó con furia.

—Nada mi amor, por favor vámonos de aquí—colocó su fría mano en su brazo.

—¡¿Dónde está?! Lo mataré con mis propias manos.

Corrió en dirección de donde Audrey había aparecido mientras ésta le gritaba.

—Por favor William vámonos aprovechemos ahora que podemos.

Luna de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora