Capitulo 7

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El día asomó con un sol radiante pero a pesar de su resplandor no lograba dar calor a los habitantes de Liverpool. El viento soplaba fuerte y helado, poco a poco el sol desaparecía y una débil brisa humedecía el ambiente.

La señorita Davenport podía sentir el frio que comenzaba a reinar nuevamente pero no era solo un frío que helaba su cuerpo, también congelaba su alma.

— ¿Señorita? Buenos días.

—Buenos días Agnes.

—Hawes casi descubre anoche que ocurría algo—notó como la joven tenía la vista fija en la nada— ¿Se encuentra bien?

—No, William me propuso escapar la noche del baile y le dije que sí pero ahora que lo pienso no es buena idea ¿Qué diría mi padre? ¿Qué pensaría de mí?

—Estaría orgulloso. No tuve el honor de conocerlo pero estoy segura que admiraría su decisión de defender su vida ¿Qué hubiera hecho su padre por usted?

—Todo, hasta dar su vida.

—Hágalo por él entonces, piense que él jamás hubiera permitido que usted pasara algo así, no lo piense más y sólo hágalo.

— ¿Qué pasará con mi madre y mi tío? ¿Y contigo?

—Ellos se las arreglaran solos, y yo esa misma noche dejaré esta casa. Piense en usted y su felicidad.

Guardaron silencio por un momento. Por más que Audrey intentara no pensar en su familia no podía evitarlo, su corazón era demasiado noble como para pensar sólo en ella.

—Ahora debe bajar, la esperan para desayunar.

Ambas sonrieron tratando de demostrarse la una a la otra lo molesto que resultaba esa idea.

Los señores Servaes también desayunaban, conversaban sobre negocios y viejas anécdotas de su vida.

—Increíble que ya mañana sea sábado—Cameron suspiró tratando de sonreír— ¿Ya contactaste a Salvin?

—Así es padre, nos reuniremos a las 10 en la oficina. Estará contento, al fin se queda con todo lo nuestro.

—Es lo mejor William, no teníamos otra salida. Por otro lado sé que en América tendremos éxito, me han dicho que Nueva Inglaterra es hermosa y según dicen Nueva York es una ciudad magnifica, no te preocupes, es mejor venderle ahora que aún tenemos liquides y no esperar a quedar sin nada.

—Claro, yo te alcanzaré en un mes.

—Me parece demasiado tiempo, bien puedes irte conmigo.

—Sabes que no es posible, al menos dos semanas para cerrar todo trato con Salvin. Deberías de convencer a George de irse contigo.

— ¿Crees que no lo he intentado? Pero está terco en que se irá contigo. Bueno si me disculpas debo empacar unas cosas, me retiro y suerte con Salvin,

—Gracias padre.

William observó como su padre se alejaba a paso lento mientras admiraba las paredes de su hogar, extrañaría cada rincón de aquella casa.

Al cabo de unos minutos William abandonó la mesa para ir en busca de su querido amigo. Salió al jardín el clima estaba realmente helado, llevó sus manos a su boca tratando de darles calor, su abrigo no era suficiente.

— Mi viejo amigo ¿Cómo amaneces?

—Buen día joven, supongo que usted amaneció de maravilla.

—Así es, escucha ¿Aun tienes tu casa en Sefton?

—Sí—respondiendo con duda— ¿Por?

—Audrey y yo huiremos después del famoso baile, y pensé escondernos ahí mientras podemos zarpar hacia América.

Luna de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora