Anestesia.

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Capítulo 9: Anestesia.

Naruto.

Por primera vez, en las tres sesiones que llevaba de 'terapia' –Jesús, cuanto asco le tenía a tal palabra-, no le resultó difícil ni vergonzoso entrar. Fue... fácil, y quizá la presencia que tenía al lado ayudaba. Solo un poco.

Aunque por supuesto, Naruto se negaba a admitirlo. ¿Él, sintiéndose seguro o confortado con alguien, o por alguien? Ni en sus más hermosos sueños. (Y estos realmente escaseaban, mayormente eran pesadillas horribles).

Se acercaron a la chica que estaba allí, como la semana anterior, con una coleta alta y una sonrisa forzada.

"Seguro que si tuviese la oportunidad de elegir cualquier otro trabajo, saldría corriendo de aquí."

De nuevo, como si de una rutina se tratase, - Naruto se preguntó si eso pasaba siempre-, la chica se quedó mirando fijamente a Sasuke, y juraría que hasta puso una sonrisa coqueta. Sentía que sobraba, más de lo normal. En cambio, Sasuke simplemente lo ignoró, preguntó por la sala en la que se haría la 'reunión' y caminó hasta allí, sin mirarme ni a mí, ni a la chica, quien me señaló la puerta.

Él se volvió a sentar en mi sitio, pero lo ignoré, e incluso sonreí hacía él cuando me miró, con su ceja alzada y su expresión fría, como diciendo: "Puedo quitarte el sitio, y lo hago. Cállate.".Por un segundo se preguntó cómo de patético era que alguien, en un lugar como ese, se sintiese con el derecho de decir que una silla, una plaza en aquel lugar lleno de problemas y oscuridad, era suya. Pero aún así, cada vez que me miraba, de verdad sentía que podía leer todo de mí, tanto lo bueno como lo malo. Y había mucho más de lo segundo, toneladas y toneladas de cosas malas.

Las preguntas fueron las típicas: "¿Cómo ha ido vuestra semana?" "¿Cómo os encontráis?", y poco más. Era monótono y agotador.

Salieron de allí, como si nada, aparentando una normalidad que en aquella situación era imposible.

Y de nuevo, a la salida se encontraron; con su música puesta, dispuestos a evadirse del mundo.

Y fue entonces cuando se dieron cuenta: Eran las ocho de la tarde, y habían pasado más de dos horas juntos, olvidándose del resto, solo concentrados en ellos mismos. Un camino largo que pareció durar segundos, y a la vez un siglo.

Era como si... entre ellos, cuando su conexión se hacía presente, actuara de anestesia de sus propias vidas.

Era terrorífico a la vez que gratificante.

¿Habían encontrado a alguien con quienes podrían sentirse vivos? 

Unidos por los problemas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora