Secretos.

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9. Secretos.


"¿Cómo se empieza esto?

¿Quizá con un hola, o con un adiós?

¿Con un lo siento, o con un de verdad lo necesitaba?

¿Se puede si tan siquiera empezar una carta de disculpa?

No sé que voy a escribir, aunque lo he hecho anteriormente, porque supongo que estas cosas no se planean, pero sea lo que sea, quiero que sepáis que nada de esto es vuestra culpa, de verdad. Me disteis una ilusión de vida fantástica, fui yo quien no supo vivirla ni aprovecharla.

No sé qué hay mal conmigo, de verdad. Es como si algo viviese dentro de mí, algo que no me deja ser feliz ni disfrutar el hecho de que puedo vivir. No estoy bien, eso está más que claro. Pero no sé si es porque jamás seré suficiente o porque de pequeño me tragué una babosa negra que ahora se come todo dentro de mí. Al principio tenía miedo, miedo de mirarme al espejo, de la hora de comer, de estar frente a la gente, de no poder encontrarme, de jamás ser yo mismo. Sigo teniendo ese miedo luego de tantos años, pero ahora se le ha sumado algo más: Odio.

Quizá esto es lo que peor llevo, quizá esto es lo que me hunde.

Pero he intentando cambiar, he hecho de todo para que estéis orgullosas de mí, para poder encajar en vuestra perfección, en vuestros cánones... pero cuanto más lucho, mamá, Kyuuby, menos lo consigo. Cada vez que doy un paso, más perdido y oscuro estoy.

Una vez, mamá, me dijiste que con solo ser yo estaba bien. Pero... si no sé quién soy, ¿cómo puede estar bien?

De la única cosa que me siento contento conmigo mismo, es en cambio, una de las peores: Mentiroso. Soy bueno, no puedo negármelo. Jamás os habéis dado cuenta de nada, y estoy tan feliz por ello... Jamás veis mis ojos hinchados, nunca escuchais mis arcadas en el baño o mis sollozos a cualquier hora, incluso no habeis dicho nada de mis aumentos de peso. ¡Eso está tan bien... y a la vez tan mal!

Pero, de verdad, no es vuestra culpa. Es mía, porque solo quiero ser suficiente para alguien.

Sé que una gran parte de vosotras, cada vez que me miraís os sentís desgraciadas por tenerme como alguien cercano, y lo entiendo. Si no me quiero yo mismo, ¿cómo va a quererme alguien más? Y es que es imposible hacerlo; es imposible amarme. Y moriré solo, y en gran medida está bien porque nadie tendrá que aguantar mis tonterías y...

¡Oh, también quiero pedir perdón por las manchas en el papel, no sé porqué pero estoy llorando como un idiota!

... Con esto finaliza todo, mamá, Kyuuby, solo lo hago para ser perfecto, para que os sintáis felices de tenerme.

Os quiero, Naruto."


Cerró su cuaderno, arrancando la hoja y guardó su carta excusa en el segundo cajón, dentro de su caja naranja, con las tantas que tenía, y fue corriendo al baño, a soltar todas aquellas 37 grasas que había ingerido con la comida que su madre había puesto ante él.


(...)


-¡Terminé!- Grita entre risas fingidas por el comentario de su hermana, y dolores en la parte alta de su estómago. "Ese bollo me está devorando por dentro. Necesito sacarlo fuera. Las grasas suenan en mi barriga... Las voces en mi cabeza empiezan..."

-¿Has terminado tu tarea, Naruto?- Pregunta su madre, con voz dulce, a lo que él asiente.

-Y ahora me ayudará con la mía, por supuesto...- Añade la menor, mirando a su hermano con ojos soñadores, a lo que Naruto no puede negarse, así que asiente.

-Como siempre...- La termina.

Ambos marchan a la planta de arriba, una a hacer enfurecer a su hermano, y otro a intentar aguantar unas horas con aquello que tanto desea salir de su interior.


(...)


Cuando el reloj rosa de la habitación color pastel de Kyuuby dan las nueve y media, Naruto no puede más, así que disculpándose con la pequeña, sale de allí y corre hacía su habitación.


(...)


-¡Venga a dormir ya, que yo debo irme!- Escucha el grito desde la planta inferior, a lo que él no contesta nada y simplemente continúa poniéndose su pijama de espirales.

Camina hacía la habitación de su hermana y golpea la puerta.

-A dormir ya, que mamá se va.- Besa su frente, sonríe y se va de allí, sabiendo que su hermana se tirará mucho más despierta. Horas y horas.

Y él se tumba en la cama, pensando en su monotonía y aferrándose a los recuerdos de ayer que tanto le han ayudado el día de hoy: Sasuke. Su día con Sasuke.

Y mientras se imagina viviendo ese día de nuevo, cierra los ojos y esta vez, la primera en mucho, mucho, mucho tiempo, se duerme y descansa.

"Los demonios le han dejado descansar por unas horas, gracias a un chico que también es dominado por sus demonios".


Unidos por los problemas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora