Su mano.

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Mano.

Sasuke.

La clase de literatura siempre ha sido una de mis favoritas, no solo porque no hay que hacer mucho, no porque hay que escribir, sino porque puedes volar, puedes ir a tu mundo y no pueden decirte nada, puedes salir de esta desastrosa realidad y nadie puede decirte nada, porque la prueba de hoy es: imaginar. Claro que después tienes que presentar un guión de una historia de 20 páginas, pero por ahora, solo debemos dejarnos ir.

Así que me pierdo, me pierdo tanto que ni siquiera soy consciente de que Naruto se ha puesto a mi lado y de que me ha hablado, tanto que acaba la clase y yo no me doy ni cuenta.

-Sasuke...- Escucho a lo lejos, pero yo sigo en mi mundo idílico donde no hay culpa, ni miedo ni daño. Lástima que la realidad siempre vuelve, como una gran ola que te ahoga.- ¡¡Uchiha Sasuke!!- Salto de mi lugar y cuando noto que todos tienen la mirada puesta en mí, algo en mi se quiebra. Siento que el tiempo se detiene, y busco con desespero la mirada de Naruto. La encuentro, como esperaba, fija en su cuaderno, tal y como está siempre que lo miro, pero después me mira, y acabo bañándome en su azul cielo que me hace sentir bien por unos segundos, pero no puedo.

-Necesito ir al baño.- Es lo único que digo, y antes de que la profesora pueda decir nada, salgo de allí, asegurándome de que ella está en mi bolsillo. Escucho la puerta corredera detrás de mí y entonces corro hacia el baño, mi piel picando y picando por atención, deseosa de sangre y dolor, al igual que mi alma necesita sentirse un poco viva. Solamente puedo pensar en huir rápidamente y dejar atrás todas aquellas sonrisitas arrogantes de todos, junto con esos azules ojos intensos de Naruto Uzumaki. Corro pasillo abajo. No, espero. No se permite correr por los pasillos. Freno y camino, aunque a paso rápido. Eso es lo último que necesito, que me llamen la atención por incumplir las estúpidas normas de la escuela y sentirme más culpable. El baño huele a tabaco. No hay nadie. Bien. La puerta de uno de los baños se balancea medio abierta. La cierro de un puntapié y bajo la tapa del inodoro antes de sentarme.

Introduzco la mano en la pequeña bolsita que esconde mi bolsillo trasero, la saco lentamente y la sacudo hasta que mis manos encuentran el deseado metal. Con los dedos me aseguro de que esté bien afilada.

"Perfecto, es una cuchilla nueva." -Las voces resuenan en mi interior, como cada noche, como cada hora, como cada instante. El clamor me hace perder todo atisbo de razón. Me sube la manga. El pinchazo de la cuchilla acaba con el ruido. Hace desaparecer el recuerdo de sus miradas inquisitivas, de sus ojos decepcionados, de su lástima, de su odio, de mi culpa. Me miro el brazo y observa la vida que surge de él, el líquido color cobre pastoso que tan bien me hace sentir. Pequeños hilos de fluido rojo que se convierten en grandes peonías. Mi respiración es más profunda con cada incursión de la cuchilla, acariciando con desespero mi piel. El silencio reina a mi alrededor.

Cuando no puedo más, paso del brazo a la parte de la cadera, haciendo pequeños cortes en horizontal.

Esto no me hace sentir bien exactamente, pero me hace sentir vivo. Es más la sensación de que está bien, que es lo correcto. Debo estar dañado, debo morir. Y algo que está bien no puede ser malo. Tiene que ser bueno. Es bueno. Es mejor que bueno. Es mejor que con cualquier cosa.

Tomo una respiración profunda y no hago más, simplemente veo la sangre gotear y gotear, recordándome que todavía soy humano y que sangro como cualquier persona viva.

Limpio la pequeña cuchilla y la guardo de nuevo, como si fuese un objeto preciado. Por un segundo, la lástima que siento por mí mismo me abraza, pero se va rápidamente, recuperando mi expresión fría y sin sentimiento, porque si muestras algo, puedes ser dañado, es como darle una pistola a todo el mundo, apuntarla en tu dirección y decir: dispara.

Aprieto mis puños y espero hasta que la clase acabe, porque no deseo interrumpir en la mitad de esta.

-¿Sasuke?- Después de la voz, la puerta del baño se abre y siento pasos que van de un lado al otro, frente a los lavaderos. Tiemblo, pero no hago nada.- ¿Sasuke?- Es él. Es Naruto.

Me recompongo, carraspeando para que mi voz no salga tan rota como me siento yo.

-¿Qué?- Mi voz no sale borde, pero tampoco cálida. Y eso, verdaderamente, ya es un logro.

Los pasos se aproximan al cubículo donde estoy, pero no entra, simplemente se queda allí. Puedo ver sus zapatillas por debajo de la puerta.

-¿Estás bien?- Quiero echar mi cabeza hacia atrás y reír. De verdad que quiero hacer eso, pero no lo hago.

-Sí, estoy bien.- Miento. Porque eso se me da bien, mentir.

El silencio vuelve a ambos, abrazándonos. Sé que tengo que volver a clase, pero no quiero. Quiero quedarme escondido de todos y de todo. Pero nunca podré esconderme de las malas sensaciones, de los demonios.

-¿Seguro?- Ahora sí, abre la puerta lentamente y da un paso al interior. Pienso, tontamente, que Naruto es un descarado por haber entrado al servicio donde estaba sin ni siquiera avisar, pero no lo digo.

-Sí, estoy bien. Solo me dolía la cabeza y salí de allí.- Él asiente, sus bonitos ojos azules mirándome de nuevo. Se siente bien, demasiado bien. Son como pequeñas luces que por un segundo, si las miro con calma, me liberan de mi pesar por unos segundos, guiándome de vuelta hacia el buen camino.

"No hay buen camino, Sasuke. No para ti, al menos"- Escucho a mi propio subconsciente.

-¿Volvemos?- Dice entonces, cuando ya hemos tenido suficiente de mirarnos el uno al otro, y yo simplemente asiento. Pero antes de que pueda levantarme, él me tiende su mano, y yo la acepto, aún cuando todo de mí grita que no lo haga.- Oye...- Empieza a hablar de nuevo, y yo me pregunto cuánto le gusta hablar a este chico, pero en realidad nunca dice nada, no en clase, en todo caso.

-¿Qué, Naruto?- Es la primera vez que lo llamo por su nombre y ambos nos damos cuenta de ello, porque se para en seco y la sonrisa que muestra es tan bonita y brillante que siento que la luz llega a mi pecho. El vacío en sus ojos -me pregunto de dónde vendrá, a qué se debe- se llena por unos segundos.

Se sonroja antes de decir nada. Eso es tierno.

-¿Puedo...- vuelve a pararse en seco, mirándome de arriba a abajo, pero no queriendo mirar realmente.- sentarme... a tu lado?- Dice, su voz titubeando. Tiene miedo de que lo rechace, así que no lo hago. No porque me de pena, si no porque no puedo rechazarlo, no cuando haría todo por volver a ver aquella sonrisa. Por supuesto, no es porque Naruto me agrade, solo lo conozco de unos días, es más bien porque hecho de menos sonreír, así que me gusta -aún con la máscara que cubre mi cara y mi corazón- que la gente lo haga.

-Me da igual.- Y eso es todo lo que hace falta, para que el de un extraño salto y me arrastre de la mano a clase.

"El infierno no se siente tan mal cuando su mano está unida a la mía..."


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Siento haber tardado muchísimo  tiempo en actualizar, no he estado muy bien últimamente xDD


Intentaré actualizar mucho antes la próxima vez. 


Nos vemos <

Unidos por los problemas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora