XXXII

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Estire la manta en el pasto del patio de mi casa.

Era domingo a la noche y como siempre, íbamos cenar afuera.

Oriana salió con dos vasos en una mano y una botella de gaseosa en la otro.

Me sente y puse en mis piernas la caja de pizza, exactamente es lo que comemos siempre.

Mis padres se habían ido al rededor de las 7 y media de la tarde, llegarías cerca de las 12 de la madrugada o eso es lo que nos dijeron.

-Ya tengo hambre.- Dijo y saco una rebanada de pizza.

-Yo igual.- Conteste.

No había muchos temas de conversación con ella desde que estuvimos en McDonald's y Agus nos pregunto si estábamos en algo.

No respondí nada y me iguales a ella "no estamos", aunque si quería estar.

Esta semana todo se volvió como si fuéramos apenas conocidos, hablábamos poco y no salíamos juntos.

¿El porque? No se.

Se que hacíamos esto solo por costumbre.

Ni siquiera me animaba a preguntar se estaba enojada, aunque ella fue la que respondió, es difícil entender a las mujeres.

Estaba concentrada mirando un punto fijo, estaba sería.

-No me mires.- Dijo de la nada y su mirada se encontró con la mía.

-¿Está prohibido?- Pregunte.
Afirmó.

Va a ser mas difícil de lo que pense.

-¿Porque estas así?

Levantó los hombros dándome a entender que ni ella sabía.

Mujeres.

-¿Estas enojada?- movi los vasos y la caja de pizza que estaba entre medio de nosotros y las deje fuera de la manta.

Me acerqué más a ella.

-No- Respondió.

Corri el mechón que caía sobre su cara.

-¿Osea que si te beso no me vas a evitar?

-No me besaste en toda la semana.

-Desde que dijiste que "No estamos"- Dije haciendo énfasis en las ultimas palabras.

Bufo.

-Es que no quiero estar en algo que no va a importarte en unos meses.-Aclaró.

-¿Porque lo decis?

-porque se que en unos meses no voy a estar aquí.

Es verdad.

-Te voy a decir dos cosas.- Dije mostrando dos dedos.- Primero, siempre vas a importarme.- Mordió su labio inferior.- segundo ¿Me dejarías aprovechar el tiempo?

Frunció el ceño sin entender, entonces la bese.

Sé que entendió porque le puso más pasión al beso, como la vez que mi mamá nos interrumpió.

Mientras la besaba se recostó en la manta, dejándome a mi encima de ella.

Una de sus manos acariciaba mi espalda y otra hacia que el beso tuviera presión.

Me separe un poco y lleve una de mis manos hacia su cintura, la acaricie y empecé a subir su remera.

Abrió las piernas enredandolas en mi cintura, sin dejar de besarme, con sus manos saco mi remera.

No estaba seguro de quien dominaba la situación.

-Sos un infierno.- Susurre.

- Estamos afuera.- Me dijo.

Es verdad, estábamos afuera, pero cual es el problema si nadie nos vería.

-Es lo que menos me importa.- Le aclare. Soltó una pequeña risa y volvimos a lo nuestro.

Nadie nos interrumpió esa noche.

"El amor no entiende de idiomas" - Novela OrianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora