𝐔𝐋𝐓𝐑𝐀𝐕𝐈𝐎𝐋𝐄𝐍𝐂𝐄
❝¿Podrías dejar de mirarme como si estuviera loca?❞
𝐃awn Grey era una de tantas mentes brillantes - pero ella no era una persona normal: si no una mutante. Una telépata con el poder de controlar ca...
DESASTRE DEVASTADOR, capitulo doce: deja el dolor!
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DAWN GREY SE ENCONTRABA EN EL SILLON JUNTO A CHARLES, mientras que los demás estaban levantados como Erik. Todos escuchaban y observaban atentamente al televisor.
'La política de esta nación será considerar que cualquier misil nuclear que cruce la línea de embargo, que rodea Cuba, como un ataque de la Unión Soviética a los Estados Unidos. Lo que requerirá una respuesta inmediata contra la Unión Soviética.'
—Allí encontraremos a Shaw—dijo Erik.
—¿Cómo sabes eso?—le preguntó Dawn—. Oh, espera, es verdad.
—Dos super potencias en conflicto y él hará que comiencen la tercera Guerra Mundial—dijo Charles.
—Debemos evitar eso—añadió Dawn recostándose en el sillón—. No lo hará con suerte.
—Se acabó la diplomacia—declaró Erik levantándose de su asiento—. Yo sugiero que todos duerman bien.
Dawn rodó los ojos ante ese comentario y decidió salir de la habitación.
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Recorrer los jardines de la mansión por la noche resultaba algo tan relajante para la rubia fresa. Sentir el aire fresco de la brisa nocturna y olor a las flores que había allí le quitaba todo el estrés de la situación. Dawn miró hacia la luna y sonrió, sintiéndose libre de cualquier prejuicio o crítica que le molestara. Sin embargo, se detuvo al ver una sombra que le imitaba.
—¿Hola?
'¿Hola?' Escuchó un eco en su cabeza.
—¿Quién eres?—no obtuvo respuesta, la sombra dejó de imitarla y se acercó. Los pelos de Dawn se encontraban de punta, sentía que las piernas le temblaban—. ¿Quién eres?—repitió.
La sombra se acercó, dejando ver a una rubia fresa, idéntica a Dawn. Sus ojos negros adornaban el rostro pálido. Era la misma Dawn.
'¿Quién soy?' Preguntó la joven de ojos negros, 'Soy tú'
Una pequeña risa resonó en su subconsciente repetidas veces y Dawn tapó sus oídos. Hizo una mueca de dolor mientras que las lágrimas corrían por sus mejillas—¡Basta!
