Maximus Jakob

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El cliente lo miró casi con sorpresa. 

La visión frente a él era celestial, se imaginó el chico, con una sonrisa pese al asco que parecía cerrarle la garganta.

Lo que el hombre creía ver era una joven de quince años, a lo sumo, con grandes ojos dorados y cabello claro como la miel, algo rizado que le caía por sobres los hombros. 

Su menuda figura estaba apenas cubierta con un ajustado vestido rojo que contrastaba con su blanca piel. 

Pero había algo extrañamente masculino y cautivador en su mirada, que no era dulce como la de una jovencita, sino salvaje y problemático. 

Una sonrisa se formó en la cara del viejo, mientras lo veía apagar la luz y después, en penumbras, deshacerse del vestido. 

Maximus Jakob, Maxie para sus clientes y Max para los amigos, cerró los ojos, pensando en la paga, y en lo que podría cenar con ella. 

No había demasiado que hacer para mantenerse con vida en aquel lugar.

Crónicas de SiberchimaniaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora