Alexandra Volkov

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El cielo era rojo y parecía a punto de caer sobre ella, como si pendiera de un hilo. Menos poético, sin embargo.

A su alrededor un charco de viscoso líquido carmesí la hacía más cercana a los muertos que a los vivos, y por lo mismo sus enemigos debieron de pensar que el rematarla era inútil. 

La sangre sobre la que irónicamente se había desmayado era suya sólo en parte, o eso prefería creer.
Alexandra Volkov se puso de pie casi con indiferencia, mirando como los edificios que hacía cinco minutos estaban intactos y llenos de vida ahora parecían cadáveres. En el fondo, ella misma se sentía como uno.

Caminó hasta lo que había sido su casa, encontrando sólo ruinas y, para su sorpresa, una nota escrita en un papel chamuscado y con tinta roja.

«Si, tinta roja, no sangre, tinta roja, Alexandra»

La tomó con sus heridas manos y la leyó, era de Tortuga y, por lo que logró deducir de ella, con la destrucción de su pueblo la guerra en el norte estaba por acabar, sólo le quedaba una última misión y el movilizarse hasta el sur en busca de trabajo. 

Se puso en marcha.

Crónicas de SiberchimaniaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora