El ahorcado de la medía noche

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La música invadió mi desesperante habitación y mis manos recorrían la limpia y áspera soga que estaba atada al balcón.
Los sentímientos muertos estaban a plena resurreción, gritando mi propio espectaculo, las estrellas brillaban como nunca y la calma parecía perfecta.

La textura de la soga en mi cuello fue extraña, un tanto áspera y tibía, mis latidos se hacían oír con euforía y miedo, escuché como la sagre hacía su monótono recorrido por mi cuerpo.Suspiré, respiré y bufé en mis últimos momentos de dílema. Recuerdo, como mi mirada extacíada por la altura hacía enfadar a mi corazón alterado. Una brisa un tanto fría para verano, resopló en mi rostro.

La función estaba por acabar y llegaba el momento crucíal, el telón comenzaba a bajar y mi corazón se calmó sabiendo que el final y la exaltación estaban por acabar. Hice una reverencia al público; mis amadas estrellas y mi inalcansable luna.

Salté y por un momento creí ser libre, como cuando un ave se lastima el ala y cuando se recupera solo quiere volar, solo que mi vuelo acabó cuando la soga hizo preción en mi cuello quitandome el aire que tanto me asfixiaba. No resistí a todos los aplausos.






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