Detras de la sonrisa torcida

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Están todos muertos.

Aquellas palabras desgarraron el aire.
Lo dijo casí a gritos, como si su vida dependiese de ello.

Lo miré desorientada, mi cuerpo no se movía pero casí podía oír los engranajes de mi cérebro intentando entender la situación. Intento dar un paso hacía él pero al hacerlo un mareo se apodera de mi y siento como lo de mi alrededor se torna oscuro, persivo su mirada vacía y su sonrisa torcida, y detrás de él aquellos cuerpos caídos en la putrefacción comienzan a moverse, los cuerpos se mueven lentamente mientras mis párpados se cierran, parecen acercarse a mi pero mis ojos se cierran por completo y caigo de lleno al suelo.

Aún sin abrir los ojos comencé a ser conciente de que no podía mover mis extremidades, mis labios parecían sellados y mis ojos parecían estar dispuestos a quedarse cerrados. Con un esfuerzo inimaginable abrí los ojos, tarea que me agotó por completo, y al hacerlo me topé con un cielo azul oscuro y estrellas dispersas. Un hedor a putrefacción inundó mis fosas nasales, parecía que estaba cerca de la fuente de aquel hedor, cerca o sobre el, o rodeada de el. Al fin conseguí mover mi cuerpo y al hacerlo ví a un hombre de espalda y a élla dando un paso, mire a mi alrededor y miles de cuerpos en plena putrefacción me rodeaban y yo era parte de aquel estado tan profano. Ví como élla cerraba sus ojos y caía al suelo.

Al despertar élla se sintió pegada al suelo y no podía mover sus extremidades, sus labios parecían sellados y le costó mucho abrir sus ojos pero al hacerlo se topó con un cielo azul oscuro y estrellas dispersas. Un hedor a putrefacción inundó sus fosas nasales e intuyó que la fuente de aquel olor estaba cerca  o sobre élla, o su alrededor. Cuando al fin pudo mover su cuerpo se dió cuenta que aquel olor provenía de miles de cuerpos en pleno estado de putrefacción y que élla era uno de esos cuerpos.

Las historias de LuciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora