Capítulo 12

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El viernes me levanté como siempre, intentando olvidarme de la clase de matemáticas que me esperaba en un rato. Nunca había odiado la materia hasta que llegué al instituto.

Mi cabello moreno enmarañado decidió ser rebelde, para terminar de aguarme las ganas de salir de casa.

En mi cabeza se repetían las clases de violín de la semana, ¡habían sido increíbles! Nunca había estado tan feliz tocando ningún instrumento, Roberto me recibía con los brazos abiertos y se notaba su emoción por tenerme allí de nuevo, a pesar del disgusto que le causé antes de las vacaciones de Navidad.

-Llegaremos tarde como no te tomes ya el desayuno. – Repetía mi madre una y otra vez mientras mi paladar disfrutaba con, posiblemente, el último chocolate caliente del año.

Aquel día llevar uniforme no me importó en absoluto, el desastre de pelo era lo único que me atormentaba.

Cuando llegué al instituto, con diez minutos de adelanto, un escalofrío recorrió mi espalda al acordarme de Claudio. Si lo llegaba a ver de nuevo me sentiría desnuda ante él, o acosada. Él lo sabía todo de mí. Daniel no me había contado nada de sus conversaciones y, no es que tuviera que hacerlo, pero me habría calmado saber hasta dónde llegaba mi intimidad.

Mi cerebro estaba en guerra, quería preguntarle a Dani al respecto... ¿pero y si no me gustaba la respuesta? El lunes decidimos que no queríamos seguir hablando del tema, ¿pero y si Claudio sabía más de mí de lo que me hubiese gustado? Decidí dejarlo pasar y debatirlo más tarde.

Entré al recinto vallado de la institución y me dejé llevar por la gente hasta la entrada, dónde un brazo me agarró de la muñeca y me giró.

-Daniel.

-Rebeca – Dijo sonriendo.

-¿Qué haces aquí? – Pregunté sonriendo también - ¿Por qué no estás en clase?

-Bueno, tenía tiempo. No voy a ir a la primera clase – Explicó tranquilo.

Yo nunca me saltaría ninguna clase así porque así, aunque a veces las ganas no faltaban. A Daniel parecía importarle muy poco todo, ¿nunca se habría planteado que llamaran a Servicios Sociales por muchas faltas de asistencia?

-¿Te saltas muchas clases? – Pregunté. Ya que me había venido a la mente, no me iba a quedar con las dudas.

-No, sólo cuando tengo otras cosas que hacer o simplemente la primera clase es un aburrimiento, tipo matemáticas – Hizo como si se disparase con los dedos y siguió – Cuando toca inglés o algo así me quedo.

-Pero no tienes otra preocupación a parte de las clases, ¿no?

-Claro que las tengo.

-Ah...

Su afirmación me dejó igual que al principio, no me aclaró nada, como de costumbre. Sus respuestas eran como enigmas o indirectas -aún no lo tengo claro-.

-Pero no perdamos el tiempo hablando... - Dijo volviendo a poner sus manos sobre mis brazos.

-Pero si las palabras son lo mejor que hay – Contraataqué.

-¿Eso crees? – Cuestionó acercando más su rostro al mío.

-Sí... - Zanjé, sin estar segura de que hubiese sido una verdadera afirmación.

-Puedo hacerte cambiar de opinión. – Dijo pasando su pulgar por mi labio inferior.

-¿Co...cómo? – Tartamudeé. Aunque ya sabía lo que venía a continuación.

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