Capítulo 13

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Esperé lo que parecieron años a que saliese mi novia por la puerta. Me senté en una de las sillas que había a modo de salita de espera y me limité a estar en silencio. O todo el "en silencio" que Yumi me permitía.

-¿Qué es lo que está pasando ahí adentro? – Preguntó a los dos minutos de que Rebeca entrase al despacho.

-Su madre y el director la estarán riñendo. – Dije levantando los ojos para echarle una mirada seria.

-Has dicho que sabías lo que pasaba – Recordó sentándose a mi lado y cruzando las piernas, signo de que no se iría.

-¿Y?

-¿No me lo vas a contar? – Casi gritó.

-Nos han descubierto – Declaré mirando de nuevo al suelo frío de mármol.

-¿Y cómo intuyes eso?

-A ese tipo no le caigo bien. Si se ha enterado de lo nuestro obviamente se lo ha ido a contar a Allegra – Deduje en voz alta. Yumi me miró, sin nada más que añadir, e imitó mi postura desenfadada.

Me quedé pensando en cómo reaccionaría mi novia ante la bomba y en la posible bronca que se liaría si yo entrase ahí dentro. ¿De verdad sería tan malo que lo supiesen sus padres? Bah, está claro que sí. Era un año mayor, tenía mucho menos dinero, y mi actitud ante la vida era de mierda, no como sus planes para "el futuro". Por no hablar de que tener pareja con tan solo dieciséis años a sus padres podría no parecerles bien. Y no sólo eso, sino que ella les había mentido.

-Oye... ¿crees que, si lo que pasa es lo que tú me has dicho, seguiréis juntos?

-Sí – Asentí sin más preámbulo. ¿Qué clase de padres antiguos tendría que tener Rebeca para que me prohibiesen estar con ella? Y aunque lo hicieran, un mismísimo pimiento me iba a importar.

-¿Estás seguro? Porque... - Empezó de nuevo. Sin pensarlo la corté.

-Deja de hacer preguntas.

Me fulminó con la mirada y prosiguió con su debate interno lleno de curiosidad. Qué amiga más impertinente.

A los diez minutos de esa charla, la puerta se abrió y Yumi y yo levantamos la cabeza al mismo tiempo. Primero salió Allegra, que en cuanto me vio hizo una mueca difícil de descifrar y avanzó sin mirar atrás. Rebeca salió después, con la mirada ausente y las mejillas llenas de diminutas lágrimas. Me levanté como por acto reflejo y me acerqué a ella hasta tenerla a muy pocos centímetros.

-¿Qué ha pasado? – Pregunté preocupado mientras le pasaba los pulgares por sus pómulos fríos y mojados.

No parecía tener ganas de hablar ni de contarme nada en ese momento. Lo dejé ir, su agobio ya era suficiente. En vez de interrogar la abracé, con todas mis fuerzas. Me importaba demasiado poco que su madre estuviese a dos metros. Sentí sus manos pegarse a mi lumbar y su mejilla a mi pecho.

-Tranquila – Dije, contrariado por mi petición. ¡Ni yo conseguía estarlo!

Mis manos viajaban de su espalda a su cabello y noté como se tranquilizaba a medida que la acariciaba.

-Os doy cinco minutos. – Sentenció su madre alejándose hasta el coche. La miré salir del pasillo y aparté a mi novia suavemente. Volví a fijar mis manos en sus mejillas y ella sonrió, intentando darme a entender que ya estaba mejor.

-¿Qué ha ocurrido ahí dentro? – Preguntó Yumi dejando escapar, literalmente, sus palabras. Las que yo no quería pronunciar. Rebeca necesitaba estar tranquila, pero eso ella no lo entendía tan bien como yo.

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⏰ Última actualización: Jan 17, 2016 ⏰

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