CAPÍTULO 18

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Estábamos los cuatro sentados en la mesa, comiendo; mi madre, mi padre, Alex y yo. Mis padres estaban teniendo una conversación animada, mientras mi hermano y yo nos intercambiábamos miradas furtivas y no mediábamos palabras. Al menos hasta que mi madre sacó un tema relacionado conmigo.

- Y bueno... Sabéis que pasa el viernes que viene, ¿no?

- No sé...

- ¡Es tu cumpleaños!

- Ah, sí...

- ¿Cómo que ah, sí? ¡Vas a cumplir 17 años, el paso entre la adolescencia y la adultez! - me encogí de hombros, denotando indiferencia - ¡Es una fecha muy importante! Lo celebraremos por todo lo alto, con la familia, los dreamerianos...

- ¿Los qué?

Oh, oh.

Mi padre aún no sabía nada de Dreamer, y ahora se lo teníamos que contar. Entre mi madre y yo le explicamos la historia por tercera vez en lo que llevamos de semana, y él no se creía ni una palabra, así que le llevamos hasta allí.

Otra vez, tuvimos que soportar a alguien callado y sorprendido y blah, blah, blah.

Cuando ya le enseñamos la puerta, él se fue a la cama a descansar un poco de todo el alboroto, mi hermano a la cocina a recoger y mi madre y yo a mi habitación mientras llamaba a Nicole, que acudió como un relámpago.

Cuando estaba todo preparado para empezar a probar ropa, me di cuenta de que el montón de vestidos que había encima de la cama. Iba a ser un rato muuuuy largo.

Ya llevábamos como dos horas probando vestidos con zapatos y peinados, sin encontrar el perfecto.

Estábamos sentadas en mi cama entre montañas y vestidos, rendidas, hasta que mi madre, rápidamente y susurrando "cómo no se me había ocurrido antes", fue a su habitación.

Un minuto después, asomó la cabeza por la puerta con una sonrisa.

- Mamá, ¿qué...?

- ¿Tú te acuerdas de cómo conocí a tu padre?

- Sí, te pidió una cita...

- Exacto, y... ¿cómo crees que fui a esa cita?

- Con un... Mamá, ¿qué llevas escondido ahí?

Puso la mano delante suya, mostrando una percha con un vestido colgado en esta.

Ese vestido era de color negro con un cinturón pequeño y blanco de cuero en la cintura. Desde los hombros hasta el comienzo del escote recto era de encaje, sin mangas.

Lo cogí, me lo puse y me miré en el espejo; me quedaba perfecto. La parte estrecha hacía notar mis curvas, y la parte de la cintura hacia abajo disimulaba mis anchas piernas.

Miré a mi madre, que dirigía su mirada melancólica hacia mí con orgullo y emoción.

Un rato después, gracias a mi madre y a Nicole, ya estaba calzada, maquillada y lista para salir.

Las eché de mi habitación para entrar en Dreamer. Llené el bolso con el móvil, la cartera y la funda de las gafas con una gamuza* dentro.

Me colgué el guardapelo del cuello a la vez que empezaba a brillar; ya había llegado.

Abrí la puerta y ahí estaba. Llevaba unos tejanos oscuros con un cinturón negro. Encima llevaba una camisa blanca como las nubes y le tapaba una americana negra. En sus manos llevaba una simple pero a la vez preciosa rosa, roja como el carmín.

- Hola... - saludé mientras me ruborizaba

- Hola - respondió con una radiante sonrisa -. Estás muy guapa.

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