Capítulo cuarto.

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- ¿Qué pasa? - Leonardo murmuró lentamente y claramente.

Afortunadamente en aquel momento Stefany interrumpe el instante incómodo.

- Anna, vamos a la biblioteca. Quiero alquilar "El Viaje al Centro de La Tierra" de Julio Verne- dijo mi amiga, sacando la excusa más extraña y absurda en ella. Stefany jamás en la vida tocaría un libro; me puse de pie y me fui con ella dejando solo a un Leonardo confundido.

Después del largo receso de clases, el resto de la jornada fue normal, la pasé todo el día recostada en mi asiento hasta terminarse la jornada académica.

Al llegar a mi hogar, logro escuchar a mi madre hablando con alguien por teléfono, pero estaba casi que gritando, la persona de la otra línea había hecho que mi madre se alterara de una manera increíble. Mi madre no solía alterarse fácilmente, por el contrario ella se caracterizaba por se alguien tranquila.

Esperé unos minutos en la sala de estar y mi madre llegó con una expresión de preocupación en su rostro mientras que en sus manos tenía el teléfono fuertemente, pronto se sentó a mi lado, me abrazó y rompió en llanto.

- Anna...yo...hay algo que no sabes, pero debes saberlo - dijo mientras su voz se rompía cada vez que pronunciaba una palabra - antes que todo, perdoname por...todo, créeme que todo lo que te voy a decir te cambiará la vida por completo.

La miré asombrada y a la vez atónita. ¿Qué era lo que yo no sabía? ¿porqué me ocultaría algo tan serio cómo dice ser?. Examiné cada movimiento de mi madre, ella secó sus lágrimas y suspiró y me miró a mis ojos.

- Anna, hija. En el año mil novecientos noventa y cuatro, en la primavera para ser más exacta, en el mes de abril llegó en una tarde fría del 05 de abril...una joven de unos diecinueve años, de cabello negro como el carbón, ojos verdes como los de una esmeralda, piel blanca como la nieve y en sus brazos delicados llevaba a una pequeña niña de dos años, de cabello rojo como una rosa, ojos grisáceo como el cristal y blanca cómo el mármol. Recuerdo que la niña me sonrió inocentemente y me parecieron tiernos los hoyuelos que se le formaban en su rostro cada vez que sonreía. - se detuvo por un momento mi madre, y luego de un largo silencio sepulcral yo suspiré y rompí el silencio; mi madre estaba devastada, sentía que su mundo se le venía encima, pero, ¿porqué razón estaba así? ¿qué le afligía tanto?.

No podía soportar verle así de melancólica.

- madre, dime, ¿qué te sucede?, sigue con la historia- dije murmurando y alentándola para que continuara narrando aquella historia que aún no comprendía del todo - madre, por favor continúa, todo estará bien...

Ella me examinó el rostro, suspiró y sentó derecha, dispuesta a continuar con su relato.

- aquella niña, eras tú. La joven que llegó esa fría tarde de mil novecientos noventa y cuatro es tu madre biológica - me quedé estupefacta, no podía creer lo que había acabado de escuchar, si ella era no era mi verdadera madre, entonces, ¿quién lo era? ¿dónde estaba aquella mujer que decía ser mi madre?. Pronto me sacó de mis pensamientos Elizabeth (mi madre de crianza), ella me estaba acariciando mi cabello suavemente, observé sus ojos empapados en lágrimas y pronto la abracé fuerte, como nunca la había abrazado - Anna, lamento mucho por no decírtelo antes, pero créeme que no hallaba la manera de decirte la verdad, porque no quería hacerte daño.

Pronto intervine, aún sin apartarme de ella empezaron a caer lágrimas por mi rostro, se deslizaron por mis mejillas una tras otra sin detenerse. Aclaré mi garganta y comencé.



Destino a lo Evidente  (Kurt Cobain) [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora