CAPÍTULO Siete

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tienda, no podía hablarle sólo lloraba y la abrace fuertemente no sé cuánto tiempo paso hasta que me calme.

– tranquila nena, ya todo paso–me dijo acariciando mi espalda.

–mami, él era solo un bebé, no entiendo porque murió– comencé a llorar de nuevo.

–cálmate hija, las cosas de la vida son complicadas... un día estamos vivos y al otro podemos no estarlo– suspiro

–pero mami, no entiendo él estaba jugueteando entre las flores se veía tan feliz–

–Ya nena– me dijo acariciando mi cabello– no podías haber hecho nada, quien iba a pensar que unas abejas estaban haciendo un panal en una de las vigas del techo, ni yo misma lo hubiese pensado, no es tu culpa que el nene fuese alérgico– suspiro sin dejar de acariciar mi cabello.

–ven vamos, ya la policía me dijo que podías irte que si necesitan de ti me llamarían–

–y ¿Cómo esta ella?– pregunte llorosa.

–Bueno, como es de esperarse esta devastada, era su segundo hijo y estaba en la tienda porque quería comprarle flores a su primer hijo que murió hace dos años–

– ¡oh Dios! No puede ser... pero ¿Por qué? Por qué Dios le hace esto a una madre y por partida doble, no entiendo... es tan injusto– comencé a llorar de nuevo.

–lo siento nena no debí decirte nada, no debes juzgar los designios de Dios, ven vamos a casa–

Camino a casa no dejaba de recordar la cara del pequeño, su risa y de cómo jugueteaba, no creo que esta imagen se me borre de la mente por un tiempo, ver morir a alguien es algo que no le deseo a nadie. Me di un baño y me acosté boca abajo, no quise cenar sólo tome un té y calmantes, sin pensarlo estaba de nuevo llorando de impotencia cuando sentí una cálida mano en mi espalda, me di la vuelta pensando que era mamá, él me miro con ojos condescendientes, me senté y acepte su abrazo, ninguno de los dos dijo nada, yo decidí romper el silencio.

– ¿Lo sabias verdad?– me solté de su agarre y lo mire a los ojos como para evitar que mintiera si es que mentir le era permitido.

–Si– dijo cortante– trate de advertirte, pero no me escuchaste–

–por eso era que insistías tanto en que me fuera contigo, pero si lo sabias ¿Por qué no lo evitaste? Era tan sólo un niño, era inocente– le dije amargamente.

–no podía, y si lo hubiese intentado no hubiese podido, no puedo romper las reglas ni mucho menos interferir con la misión del Ángel de la Muerte–

– ¿el Ángel de la Muerte? ¿Quién es ese?– pregunte curiosa secando un poco mi rostro marchito por el llanto.

– es el Ángel que se encarga de llevarse de esta vida a las almas que ya cumplieron con su misión y depende de cómo te hayas portado puede ser dulce o amargo– dijo mirándome fijamente.

–quieres decir que él niño de hoy, ¿el Ángel de la muerte lo hizo sufrir? ¿Pero por qué? Que mal pudo haber hecho él pobre–

– Ángel, no lo hizo sufrir era su destino morir de esa manera, a veces es imposible que puedas llevarte a un pequeño solo durmiendo, seria inexplicable ante los ojos del hombre. La mayoría de los seres humanos únicamente utilizan la razón para explicar los hechos, les es difícil comprender situaciones inexplicables, a todo le buscan una lógica comprobable que les haga sentirse seguros y confiados de que nada existe fuera de su zona de confort... es algo así como apego a situaciones seguras – sonrió y vi algo en sus ojos que me distrajo por milésimas de segundos.

"PARALELO" Serie Mundos Paralelos IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora