EPÍLOGO Ángel

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Cuando Alex me coloco en el suelo de nuevo, sentí el frio entrar por mi piel, estar en sus brazos es como estar en el lugar más confortable del mundo, no sabía que lo amaba tanto cuando me dijo que todo iba a estar bien y me dio un beso tan sutil pero intenso que pensé morir en sus brazos, yo me sentía muy débil, estaba golpeada y todo mi cuerpo ardía y dolía, lo vi tomar una espada del cinturón de uno de los que llaman oscuros, comenzó a luchar como todo un guerrero de esos que vez en las películas, cabezas rodaron en su certero y mortal golpe, uno a uno fue cayendo en un baño de sangre negra y espesa, no se detuvo hasta que pudo flaquear el círculo que ellos tenían y fue cuando todo cambio, de pronto comenzaron a llegar hombres y mujeres altos y fuertes, parecían ser Guardianes porque Alex reacciono con alivio, estaban vestidos con un uniforme de cuero cada uno tenía armas diferentes pero mortales.

La lucha comenzó entre los Guardianes y los Renegados, vi a Alex correr hacia mí, estaba inquieto.

–Ángel ¿estás bien? Ven debo protegerte– trato de levantarme

–si estoy bien, ellos son guardianes ¿cierto?–

–si Ángel, lo son han venido a ayudarnos, pero eso no importa ahora, debes venir conmigo te sacare de aquí–

– ¿A dónde?–

–No lo sé, lejos de esta batalla–

–y ¿dejaras a los otros?–

–no quisiera, pero tú seguridad se antepone a todo...debo protegerte– lo solté

–no Alex, tú deber es ayudarlos, no puedes abandonarlos no podría permitírtelo, yo estoy bien, ve y ayúdalos, yo esperare por ti, no te preocupes–

–está bien, pero ven te llevare a un lugar más seguro–

Alex me ayudo a levantar y me llevo en brazos cerca de una roca, allí me escondí le di un beso y lo vi correr hacia el caos. La batalla volvió más intensa cuando llegaron más Renegados y Guardianes, de pronto el tiempo comenzó a cambiar, todo se volvió una confusión, cuerpos derribados estaban por todo el lugar que se esfumaban como si nada.

Estaba muerta de miedo, había visto al Ministro matar sin piedad a Archí y pensar que así íbamos a terminar Alex y yo si los otros guardianes no hubiesen llegado a tiempo, me dolía todo el cuerpo creo que tengo algo roto, no tenía fuerzas resistía en no desmallarme por Alex. Escuche unos pasos detrás de mí que me dieron escalofríos, me di la vuelta y era mi pesadilla de nuevo.

– ¡Con qué aquí estas perra escurridiza!– exclamo el muy bastardo.

– ¡Déjame en paz!– le dije levantándome con dificultad– no tengo nada que darle y de verdad no tengo ánimos de pelear por algo que no tengo, le ruego que desista, Alex no tarda en volver–

– no me hagas reír, tú amado está luchando y para cuando llegue ya tú me habrás dado lo que tanto deseo y quizás si te portas bien te deje vivir un poco más para que te despidas–

– ¡no te daré nada Bastardo! Porque nada tengo y si tuviese ese don jamás te lo cedería, sólo para que no te salgas con la tuya engendro del demonio– se me acerco demasiado rápido y me abofeteo tan fuerte que me lanzo al suelo, mis huesos ya parecían no resistir más, la mandíbula me dolía.

De pronto el tiempo comenzó a oscurecer, la brisa comenzó arrastrar todo a su paso, ventarrones arrancaban árboles de raíces, todo se volvió confuso y difícil de ver, comenzó la lluvia, relámpagos y truenos uno tras otro como si se hubiese a caer el cielo a pedazos, la distracción duro poco, cuando sentí que el Ministro enrollo su mano en mi cabello pensé que me lo arrancaría, me dio una patada en el abdomen y no resistí más, un grito se escapó de mis labios, el muy miserable comenzó a arrastrarme sin piedad alguna, me decía que me llevaría con él hasta que lograran sacar todas las almas del Umbral, ya no podía más cuando vi acercarse a Alex y a Tamara, el Ministro me levanto y coloco una filosa daga en mi cuello, lo sentí arder y seguido corrió un hilito de sangre.

– ¡Déjala en paz asqueroso gusano!– le grito Alex

–No podrán detenerme, ella es mía y me dará hoy lo que necesito– vocifero el Ministro.

– ¡suéltala miserable! Ella no te pertenece y no puede darte nada, no puedes obligarla– le grito Alex, sentí como el suelo se movía como si estuviera temblando, pude ver a Tamara, ya mis sentidos estaban hecho trizas, no podía ver bien ni mucho menos escuchar con claridad, pensé que me desmallaría cuando vi acercarse a mí una espada que lanzo Alex, pero no era a mi dirección a donde había apuntado, era hacia el Ministro. Cuando la espada lo golpeo de inmediato me soltó, me quede allí pasmada sin saber qué hacer cuando Alex me grito:

–¡corre Ángel!– reaccione de inmediato y saque las pocas fuerzas que me quedaban y salí corriendo esquivando la batalla, era toda una matanza cuerpos caían por todos lados, trate de no tropezar con nadie, no quería que me mataran, no quería parar, no sabía a donde ir, creí escuchar mi nombre pero no me detendría, a lo lejos vi algo extraño era un lugar que parecía seguro, allí no se veían cuerpos en el suelo, así que decidí ir hacia allá, Alex me encontraría fácilmente había claridad, corrí y corrí como nunca dejando el caos detrás y cuando pensé que estaría a salvo todo se volvió oscuro...

***-***

Recordé cuando visite a Tamara la primera vez y camine por un pasillo oscuro, sin embargo esto era diferente, era irreal, no veía nada todo estaba oscuro parecía un túnel, camine con cautela, todo allí era un silencio ensordecedor, pregunte sin respuesta alguna ¿en dónde estoy? Luego de caminar un rato vi una luz al final, decidí correr para llegar más rápido, yo le temía un poco a la oscuridad, había llegado a la luz.

Cuando salí lo hice con cautela y vaya que me sorprendió lo que vi, sabía que no estaba en Escocia porque las casas eran muy pero muy antiguas, habían personas vestidas con ropa muy rara, niños y niñas correteando con espadas y armas de madera, también habían personas de más de dos metros de altura sumamente hermosos, con cuerpos envidiables, las mujeres parecían de porcelana, cuando iba a dar el siguiente paso para salir por completo del túnel, alguien me tapo la boca por detrás y me llevo arrastra detrás de unos barriles.

–No grites– susurro a mi oído– no debes temer, mi nombre es Gregory y yo te ayudare.

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